En todo buen asado chileno, la carne es la gran protagonista. Un costillar jugoso, bien sazonado y con ese dorado irresistible es sin duda uno de los cortes más esperados por los comensales. También un trozo de carne de vacuno, o incluso cordero, son piezas populares en la parrilla. Sin embargo, lo que muchos suelen pasar por alto es que la experiencia no está completa sin sus guarniciones.
El asado típico chileno suele incluir cortes sabrosos como lomo vetado, entraña, asado de tira o el infaltable pollo, que aporta una opción más liviana pero igual de sabrosa. Cada uno de estos cortes combina mejor con ciertos acompañamientos, y conocer esas combinaciones puede transformar tu asado en una experiencia más completa y bien pensada.
Por ejemplo, el pollo a la parrilla, por tener un sabor más suave, se lleva bien con acompañamientos frescos o levemente dulces: ensaladas con frutas (como mango o manzana verde), papas mayo con cilantro, o incluso un puré de zapallo. Estas guarniciones no opacan su sabor, sino que lo complementan.
El lomo vetado, por su parte, es un corte más graso e intenso. Aquí vienen bien papas asadas con romero, vegetales grillados (como pimentones o cebollas) y ensaladas con acidez, como la ensalada chilena o una vinagreta de tomate. Estos elementos ayudan a “limpiar” el paladar y balancear la sensación de grasa en la boca.
Cuando hablamos de entraña, un corte sabroso y con textura, la guarnición estrella podría ser un buen arroz graneado con ajo o una ensalada tibia de legumbres, como lentejas con verduras. Son acompañamientos sencillos que no compiten con el sabor de la carne, pero lo realzan.
Si el menú incluye costillar, ya sea de cerdo o de vacuno, es buena idea acompañarlo con guarniciones que soporten su sabor potente. Papas rústicas al horno, choclo con mantequilla, o incluso un clásico pastel de papas en versión más ligera pueden ir perfecto. Las salsas también juegan aquí un rol clave: el pebre, el chimichurri o incluso una salsa barbacoa casera aportan una capa extra de sabor.
Otra opción cada vez más popular es el asado con cortes como malaya o longaniza, donde el acompañamiento ideal puede ser algo más tradicional, como papas cocidas con perejil, pan amasado caliente o un pebre bien aliñado. Son guarniciones simples pero sabrosas, que evocan el campo chileno y la cocina familiar.
No hay que olvidar tampoco que las guarniciones permiten ampliar el menú sin necesidad de duplicar la cantidad de carne. Un buen surtido de ensaladas como lechuga con palta, repollo con zanahoria, arroz con choclo o porotos verdes con cebolla, puede hacer rendir más la comida, dar variedad y permitir que todos encuentren algo que les guste, incluso quienes no comen carne.
Y si bien las carnes y guarniciones se roban la atención, las salsas merecen una mención especial. El pebre sigue siendo el rey indiscutido, pero también vale la pena innovar con ají verde molido, mayonesa casera, salsas de hierbas o incluso un toque de mostaza con miel para el pollo. Estas preparaciones, aunque simples, pueden transformar un bocado en algo memorable.
Así, pensar en los cortes, sus tiempos de cocción y sus acompañamientos es parte de la experiencia. Así como se elige con cuidado un costillar o un buen corte de vacuno, vale la pena dedicar tiempo a preparar papas bien sazonadas, ensaladas frescas y salsas caseras. Porque en un buen asado, las guarniciones no solo acompañan: elevan, completan y celebran el momento.