Las cifras recientes sobre el suicidio juvenil en Chile pintan un cuadro desolador, pero más allá de la estadística, revelan una crisis humana y social que exige una acción inmediata. El aumento alarmante del 37% en la tasa de suicidios entre 2021 y 2022, con casi la mitad de los casos afectando a adolescentes de 14 a 17 años, no es solo un número; es el grito de auxilio de una generación que no está siendo escuchada.
La desconexión es evidente. Mientras las cifras de suicidios en hombres duplican las de mujeres, la Encuesta de Juventud del Injuv muestra un aumento preocupante en los pensamientos suicidas, especialmente entre grupos ya vulnerables, como mujeres, jóvenes de pueblos originarios, migrantes y personas con discapacidad. Y si a esto le sumamos que el 38% de los niños bajo cuidado del Estado ha perdido su atención psicológica, es claro que las redes de apoyo vitales están fallando en el momento más crítico.
No podemos seguir delegando la responsabilidad de la salud mental a instituciones sin los recursos necesarios. No basta con señalar a las escuelas o los centros de salud si no les proporcionamos las herramientas y el personal para abordar la magnitud de este problema. La prevención debe ser un esfuerzo colectivo y comunitario, que active protocolos de respuesta rápida y que haga accesibles las intervenciones en los entornos cotidianos de los jóvenes.
El suicidio juvenil es un problema estructural, un espejo de nuestras desigualdades, silencios y carencias históricas en el cuidado de la salud mental de la infancia. La prevención debe ir más allá de la estadística, actuando antes de que el dolor se convierta en una tragedia sin retorno. Esto implica derribar los estigmas que aún impiden pedir ayuda, invertir seriamente en salud mental, fortalecer los espacios de apoyo y garantizar que cada niño, niña y joven se sienta protegido y acompañado.
Cada vida perdida es un llamado urgente a la acción. No hay tiempo que perder. El compromiso debe traducirse en acciones concretas ahora, porque el costo del silencio y la inacción es demasiado alto.