La extrema pobreza sigue siendo uno de los problemas sociales de mayor envergadura en la región. A fines del mes pasado Diario El Pingüino destacó en su portada el caso de Iván “Tablita” Sepúlveda, quien vive junto a su hijo de 15 años, en la Población 18 de Septiembre de Punta Arenas, sin los servicios básicos, es decir, sin agua, luz ni gas. Realiza trabajos esporádicos, pues una lesión le impide trabajar normalmente.
Casos como estos se multiplican en Magallanes, pero a diferencia de “Tablita”, permanecen en el anonimato, como lo destacó la directora ejecutiva del Hogar de Cristo- Sede Magallanes, Amada Catrilef Vásquez, quien agregó que la extrema pobreza aumentó en la región en un 0,7% en tres años: subió de un 2,5% el año 2006 a un 3,2% en el 2009, de acuerdo con la última Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (Casen).
Los factores de este significativo aumento son múltiples, según sostiene la asistente social, pues no sólo influye el aspecto económico, sino que involucra otros más como la educación, el desempleo, la salud mental, la vivienda, las adicciones (alcoholismo y drogadicción), la falta de redes sociales y de apoyo familiar, etc.,  de las personas que viven en situación de pobreza o indigencia. Ello significa la intervención de parte de numerosos entes sociales para poder revertir esta situación.
“Tenemos una alta demanda de adultos mayores que viven solos o con su pareja”, dijo Catrilef, por quienes sobreviven con una pensión básica solidaria o con jubilaciones bajísimas, que no alcanzan a cubrir sus necesidades.
Asimismo, la profesional advirtió que la canasta familiar básica en Magallanes tiene un costo más alto que en otras regiones del país; y recordó que según el índice Gini (método o indicador para medir el grado de desigualdad en la distribución del ingreso en un país), en Chile los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres.
Dado todos estos antecedentes, Catrilef señaló que no basta con entregar almuerzo o alojamiento a las personas más pobres para romper con el círculo de la pobreza, sino que la sociedad completa debe involucrarse, es decir, las autoridades, los organismos públicos y privados y los mismos vecinos.
“La solidaridad debe ser un compromiso permanente. No basta serlo sólo en situaciones puntuales. Debe ser una actitud permanente en nuestras acciones”, dijo. “El Hogar de Cristo no es la solución definitiva a la pobreza de la región. Estamos limitados por los recursos económicos, por lo que apoyamos a las personas en situación de pobreza en las instancias que podemos hacerlo”, añadió la directora ejecutiva de la fundación.