
El origen de la actividad “dice relación con los malos índices de comprensión lectora que existe en el país”, explicó Wuth, donde con las visitas se lograba incentivar a los alumnos a acercarse a los libros, mientras que a los párvulos se les entregaban sus primeras experiencias como auditores de las historias.
Una de las alumnas que se convirtió en monitora de cuenta cuentos, fue Gabriela Ponce, quien aseguró que desde el primer momento en que se les propuso la idea de participar de la actividad “me pareció entretenido. Uno se da cuenta que los niños reaccionan a lo que uno lee, además les llama más la atención los dibujo y los colores”, manifestó.
Igual de motivada con las visitas estuvo su compañera, Gabriela Vásquez, quien destacó que cuando leía los cuentos “ponía caras y tenía que utilizar diferentes volúmenes de voz. Aprendimos muchas técnicas que ahora también nos sirven a nosotros”, aseguró la estudiante.
Otro aspecto importante de la lectura de cuentos a los menores, es que se generan espacios de comunicación y confianza entre los involucrados, lo que “queda en el recuerdo para siempre e incentiva a leer y a tener una buena comprensión lectora”, agregó la profesional.
Tanto éxito tuvo la invitación, que la profesora jefe del tercero básico del Liceo Nobelius, Carolina Estrada, quien también es la docente de Lenguaje, aseguró que se ha visto un avance en el nivel de lectura de los alumnos.