El viento susurrante de la Patagonia hizo de las suyas el último fin de semana, la lluvia también se dejó sentir por momentos. Y, para qué hablar de los altísimos índices de radiación ultravioleta que están azotando de norte a sur, toda la Región de Magallanes. Pero nada de ello importó a los puntarenenses que en masa abandonaron la capital regional para pasar una Navidad como Dios manda en esta zona, es decir, con un buen asado de cordero al palo.
A tempranas horas de ayer, las principales calles y avenidas de la ciudad lucían semi desiertas. El tráfico vehicular era sumamente rápido, incluso en la céntrica calle Chiloé, donde los habituales y, a veces molestos colectivos atochan la vía, el panorama era sumamente expedito.
Dónde estaban todos, cabía preguntarse a los pocos transeúntes que circulaban en una Punta Arenas desierta y, un tanto romántica, para que negar.
En este panorama, se inició la búsqueda de todos estos parias, que el nacimiento de Jesucristo expulsó lejos del alcance mediático. Sin duda, eran muchos los posibles destinos de los puntarenenses, durante esta jornada. Pero, tomando en consideración las costumbres magallánicas, fue uno solo el escogido.
Parque Chabunco
Es así que entre franquezas y despistes, Diario El Pingüino salió en búsqueda de lo más tradicional y auténtico a la hora de festejar; el Parque Chabunco, ubicado a poco más de 20 kilómetros al norte de Punta Arenas, a un costado del camino a Puerto Natales. En este lugar, escondidos entre los matorrales comenzaron a aparecer los cientos de habitantes que hicieron notar su ausencia el último fin de semana.
En el Parque Chabunco no había que caminar mucho para encontrar un grupo humano, que en primer plano lucía un gran fogón, en cuyo centro y como un fetiche aromático se asaba el cordero de rigor, que expuesto al calor de las brasas derretía su grasa, mientras tomaba un color marrón pálido, lo que alzaba las expectativas de los comensales.
Ello, además del humo, estaba acompañado de vino tinto, sidra de manzana, mistelas chilotas y por un mate amargo, para los más tradicionales. Entretanto, una mano de truco, una pichanga y una relajada conversación con el compadre, hicieron del día una buena excusa para compartir en familia.
En este sentido, es necesario destacar que no se trataba de pequeños grupos humanos, sino más bien de varias familias amigas, que se reunieron en un solo grupo para celebrar la festividad que acaba de concluir, que tanto revuelo causa en sus vísperas, pero que tan tranquila es en su esencia y desarrollo.
Celebración familiar
Diario El Pingüino quiso conocer en carne propia la celebración, para lo cual se acercó a dos grupos humanos, ambos compuestos por 12 personas, donde se encontraban a lo menos tres generaciones, entre descendientes y colaterales. En el primero se encontraban las familias Marcos Gomez, Díaz Gómez, Gómez Lagos” y Lagos-Garay, que entregaron los regalos un día antes, para irse a instalar con carpas, el mismo día de Nochebuena al Parque Chabunco. En tanto, el segundo grupo humano estaba compuesto por las familias Paredes Guerrero, Uribe Guerrero, Torres Saldivia y Paredes Masle.
En ambos contingentes, cabe destacar una alegría casi desbordante, una hospitalidad fuera de lo habitual, así como una excelente disposición a conversar. Algo que está muy lejos de repetirse en otras ocasiones, como si un nuevo aniversario del nacimiento de Jesucristo hiciera aflorar lo mejor de cada hombre, de cada mujer y de cada niño.
Hoy todo vuelve a la normalidad, Punta Arenas vuelve a ser la de siempre, con las calles atochadas de colectivos, las vidrieras de las tiendas a la vista de los transeúntes y la cotidianeidad de cada hogar perpetúandose día tras día. Pero el viento, de seguro, continuará azotándonos. Como siempre.