Ayer la Iglesia Católica conmemoró en todo el mundo la “Jornada Mundial por la Paz”. Adelantándose a esta celebración, el obispo de Magallanes, Monseñor Bernardo Bastres, ofició una misa en la iglesia catedral, que tuvo lugar a las 19 horas del pasado viernes. En la homilía, Bastres hizo mención al tema que motivó al Papa Bendicto XVI en esta edición de la jornada, cuyo signo en este año es: “La libertad religiosa, camino para la paz”. Asimismo, se hizo entrega del “Premio de la Paz”, que en esta diócesis recayó sobre el educador Juvenal Henríquez Jelincic, quien se desempeña como director de la Escuela Padre Alberto Hurtado de Punta Arenas.Asimismo, se refirió a una serie de hechos de contingencia, tanto a nivel nacional como regional. En el caso de los primeros, el padre obispo destacó el terremoto y tsúnami del 27 de febrero, la huelga de hambre de los comuneros mapuches, el rescate de los mineros y la trágica muerte de 81 reclusos de la Cárcel de San Miguel. En tanto, a nivel regional se refirió a la exoneración de empleados municipales a los cuales no se les renovó contrato, ello, sumado al llamado a retiro de cientos de trabajadores de ENAP.
“Estos y otros sucesos nos han unido más como país en torno al valor de la vida, de la familia y de los valores religiosos. Estamos convencidos que Chile no es el mismo después de lo experimentado en su año Bicentenario. Es triste reconocerlo, pero una vez más, hemos aprendido más a través del dolor y el sufrimiento, que de los consejos y declaraciones dadas tantas veces por nuestros obispos”, puntualizó Monseñor Bastres.
Sin embargo, pese a todo ello, el obispo de Magallanes reconoció el paso de Dios por esta diócesis, el que se manifestó a lo largo del año por una serie de hechos concretos, entre los cuales destacó el creciente número de adultos que han llegado a las comunidades católicas, pidiendo algún sacramento de iniciación cristiana. En este sentido, destacó que muchos de ellos hayan vuelto a la Iglesia Católica, abandonando la confesión cristiana que anteriormente habían abrazado.
Mensaje del Papa
La autoridad eclesiástica también se refirió al mensaje de Benedicto XVI, con motivo de la jornada mundial por la paz. Por este motivo parafraseo parte de su discurso, en el cual se señala que “los cristianos son actualmente el grupo religioso que sufre el mayor número de persecuciones a causa de su fe. Muchos sufren cada día ofensas y viven frecuentemente con miedo por su búsqueda de la verdad, su fe en Jesucristo y por su sincero llamamiento a que se reconozca la libertad religiosa. Todo esto no se puede aceptar, porque constituye una ofensa a Dios y a la dignidad humana; además es una amenaza a la seguridad y a la paz, e impide la realización de un auténtico desarrollo humano integral”.
Premio por la paz
Aterrizando el mensaje de su santidad, Monseñor Bastres señaló que si “la libertad religiosa es el camino para la paz, la educación religiosa es una vía privilegiada que capacita a las nuevas generaciones para reconocer en el otro a su propio hermano o hermana”.
En este contexto, se realizó la entrega del premio por la paz a Juvenal Henríquez Jelincic, en atención al haber hecho de la educación un apostolado, en el cual “ha demostrado que trabajando con un buen proyecto educativo y formando un buen equipo de gestión, se pueden tener óptimos resultados en la educación municipal que atiende a los sectores de mayor vulnerabilidad de nuestros niños”.
Bastres agregó que en el plano educativo “el trabajo de Juvenal Henríquez ha colaborado a formar en la paz, al mismo tiempo que ha sabido dar la libertad para que cada uno pueda expresar su fe religiosa, con lo cual ha concretizado el tema que nos ha propuesto el Papa para este año: la libertad religiosa como camino para la paz.
Ayer se cumplió el aniversario 25 de la instauración de la “Jornada mundial de oración por la paz”, que desde 1986 se celebra el primer día de cada año. Luego de que se reunieran en Asis el fallecido Papa Juan Pablo II y los líderes de las grandes religiones del mundo, quienes en conjunto testimoniaron que los diferentes credos constituyen un factor de unión y de paz, no de división y conflicto. El recuerdo de aquella experiencia es un motivo de esperanza en un futuro en el que todos los creyentes se sientan y sean auténticos trabajadores por la justicia y la paz.
