
Caso violento
Este fue uno de los casos de mayor connotación en materia de abusos sexuales. “Claramente escapa al común de los delitos que se ventilan en juicios orales”, dijo en su momento el fiscal Fernando Dobson Soto, quien logró probar la culpabilidad del acusado, un padrastro que sometió a vejámenes sexuales al hijastro desde que el menor tenía 12 años de edad.
Importante fue la declaración que prestó la propia víctima, tras un separador de ambiente, dichos que se reflejaron en el fallo: “Un relato que impresionó a estos sentenciadores”, redactaron los magistrados, porque lo consideraron “claro, preciso y genuino”. Le atribuyeron mucha importancia a lo que el menor declaró en el juicio, “pues explicó, pormenorizadamente, la forma en que se desarrollaban los actos que lo afectaron, la época y lugar en que ocurrían y el menoscabo que éstos le producían, denotando una aflicción auténtica y lo más llamativo, una indiscutible vergüenza por lo vivido”.
También fue importante la intervención de la profesora y la directora del establecimiento donde estudió la víctima.
Aunque el propio acusado declaró a la SIP de Carabineros de Puerto Montt, ciudad donde fue detenido, que sabía que lo que estaba haciendo era malo, pero confesó que se sentía atraído por el menor.
Familiares del condenado dijeron al término del juicio que todas las acusaciones eran falsas, coincidiendo con las declaraciones del acusado al concluir el juicio, quien reiteró su absoluta inocencia.
Los sórdidos actos a los que el padrastro sometía a su hijastro de entonces 12 años de edad, incluían tocaciones en los genitales y también le pedía al niño que actuara como hombre y él como mujer.
“No le deseo el mal, pero espero que pague por lo que hizo”, dijo el menor a los jueces al concluir su declaración.