Los alumnos que ingresan a cuarto medio no sólo vivirán el último año de su escolaridad, también deben preocuparse de un examen que los va a “perseguir” durante todo el período académico: la Prueba de Selección Universitaria (PSU). Algunos adolescentes erradamente piensan que la mejor alternativa para asegurar un buen resultado en el examen nacional es matricularse en un preuniversitario, sin embargo, esta instancia es sólo una ayuda, que si no se asume con responsabilidad, no les va a generar grandes beneficios.
El jefe de la carrera de Sicología de la Universidad de Magallanes (UMAG), Eduardo Pino, aclaró que los preuniversitarios son un complemento a lo aprendido en la enseñanza formal y que no es una oportunidad para adquirir todos los conocimientos que quizás no se lograron en la educación media, por eso es recomendable que los jóvenes como los padres fijen expectativas reales, considerando las calificaciones obtenidas durante los últimos tres años, la responsabilidad, constancia, entre otros factores que influyen en el éxito de la inversión en el “pre”.
El especialista advierte que una medida a considerar antes de decidirse por algunas de estas instituciones, es “la organización que le entrega al alumno para repasar y abordar los contenidos que se enfrentarán en la PSU, especialmente aquellos que después de cuarto medio optan por no entrar a planteles de educación superior y sólo prepararse para obtener un buen puntaje”, explicó.
Esta característica es importante, porque está comprobado que la mayoría de los estudiantes de esta edad, no son lo suficientemente autónomos como para crear estrategias de estudio y ser constante en sus compromisos escolares, “por lo que el asistir a clases y tener tareas que realizar les ayuda bastante”, agregó Pino.
Otro factor a considerar es la preparación y la calidad de los docentes, lo que se puede comprobar preguntando sobre su experiencia en la misma institución y también escuchando las opiniones de los estudiantes que han obtenido buenos resultados, siendo sus alumnos.
El sicólogo aclaró que existen preuniversitarios de mucho renombre, sin embargo, si presentan una alta rotación de docentes, no es una buena señal, porque “darán menos confianza que aquellos que llevan varios años en esto”.
Un estilo que se ha estado masificando son las cláusulas para asegurar publicidad con los alumnos que obtienen buenos resultados, lo que a juicio del académico debe ser bien entendido, porque “el mérito es del joven, más que del servicio educacional”, enfatizó.
A su vez, los estudiantes deben consultar la cantidad de ensayos que se realizarán y su periodicidad, puesto que un aporte relevante para ellos es la adquisición de técnicas que les permita optimizar el tiempo y adquirir una buena concentración; manejando los nervios y con buena comprensión de lo preguntado.
Cuando un preuniversitario realiza un trabajo completo, el estudiante no sólo aprende y adquiere técnicas, también asume hábitos que le pueden aportar en el futuro.
“En algunos preuniversitarios se entregan metodologías centradas no sólo en los contenidos necesarios, sino además en aspectos metacognitivos relacionados con el metaaprendizaje, es decir, que el alumno logre conocerse a sí mismo en sus habilidades para aprender, formas que más le acomodan y cómo sacarle mayor provecho a su pensamiento”, planteó el profesional.
Existen entidades que disponen de un sicólogo, que ayuda a los jóvenes a descubrir su vocación, lo que les disminuye notoriamente su ansiedad. En tanto, los alumnos de tercero medio que deseen comenzar a sumergirse en su preparación para rendir la PSU, pueden hacerlo, pero con pocos ramos y horas, ya que se puede ir generando un estrés innecesario que los perjudique en sus calificaciones escolares.