Observadores de CONAF protegen el Parque Nacional Torres del Paine

General
23/02/2011 a las 14:30
Aunque físicamente no es propiamente una torre, sino una caseta ubicada en lo alto de un cerro, la torre de observación Lago Paine es quizás la más aislada del sistema de detección nacional. En ella trabajan como observadores terrestres (antes conocidos como "torreros") cuatro jóvenes que cumplen sus turnos en duplas, por las particulares condiciones de aislamiento del lugar. Una de ellas está compuesta por el natalino Guido Rivert (25 años) y Franco Miranda (21 años) de Punta Arenas. Para Rivert es la segunda temporada en la misma torre. Cuenta que “el año pasado postulé por curiosidad y me gustó mucho este trabajo; cuando terminó la temporada trabajé en diferentes cosas, como electricista” (estudió Ingeniería Eléctrica en la UFRO y espera retomar sus estudios a futuro).
Para Franco Miranda, en cambio, ésta es su primera temporada. Se declara satisfecho con lo vivido hasta el momento, aunque confiesa que al principio le sorprendió que su lugar de trabajo no fuera una torre, como él imaginaba, sino una casa. Acerca de la experiencia en el lugar, comenta que “he disfrutado mucho los paisajes; conocí el Paine cuando chico, pero tenía pocos recuerdos”. Si bien extraña un poco las comunicaciones y el teléfono, no descarta postular nuevamente en la próxima temporada ya que ésta ha sido para él una buena oportunidad de trabajo.
Tanto Guido como Franco coinciden que lo más duro es acostumbrarse a la lejanía y el aislamiento: la “torre” está a un mínimo de dos horas de distancia en vehículo del punto más cercano, ya sea desde Puerto Natales o desde la Administración del Parque. La Guardería de Laguna Azul, queda a alrededor de 4 horas caminando.
No obstante, Guido Rivert destaca el desafío que implica cumplir sus tareas en esta zona, donde imperan fuertes vientos. Recuerda que “como tenemos visión a la cordillera Paine, el año pasado vi una turista que no podía avanzar por el sendero, iba prácticamente gateando. Por eso es importante mantener contacto radial y estar constantemente informando sobre las condiciones climáticas, para estar preparados en caso de cualquier emergencia”.
Ambos han disfrutado del paisaje y la tranquilidad: “No hay ruido, sólo el producido por nosotros y por el río que corre por el lado de la torre y nos abastece de agua”, acota Guido.
La otra dupla está integrada por el natalino Felipe Alvarado (18 años) y Pablo Kwak (22 años) de Punta Arenas. Para Felipe ésta es su primera temporada; para Pablo, la tercera, después de haberse desempeñado como brigadista y operador de la cámara de monitoreo remoto en la Administración del Parque Nacional Torres del Paine. A juicio de este último, “es una bonita experiencia, pues me permite conocer otro lugar del Parque. Aunque cuesta acostumbrarse a la incomunicación, me sirvió haber vivido lo mismo antes”. Entusiasta, recomienda el trabajo mientras comenta que quizás se anima el próximo año a intentar una cuarta temporada.
Por su parte, Felipe Alvarado acota que “ha sido una buena experiencia, era lo que me esperaba, en cuando al lugar, que es precioso y la falta de comunicación, a la que cuesta acostumbrarse. Comentan que afortunadamente no han debido enfrentar emergencias, aunque sí prestar apoyo a algunos visitantes que acuden a la torre a pedir ayuda, para lo que actúan haciendo puentes radiales con las guarderías del Parque Nacional más importante de la Región de Magallanes.

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