
Agrega que “mayormente eran hombres los que llegaban, pero lo que más preocupaba era la cantidad de jóvenes que ingresaban a la funeraria. Llegaban en vehículos todos juntos y se iban a altas horas de la noche. Lo sé ya que por mi oficio me quedo trabajando en las noches y se veía todo desde mi casa (…) Tengo muy vivo el recuerdo de haber escuchado el disparo cuando Mauricio (Yáñez) se quitó la vida”.
Otro vecino de calle Martínez de Aldúnate señala: “Siempre habían muchos autos afuera de la funeraria por las noches. Se notaba que todos eran de gente acomodada, por tratarse siempre de autos modernos”. Además señala que “las veces que conversé con Yáñez era de carácter tranquilo, muy reservado, sin embargo cuando uno lo veía fuera del local por las noches al salir a despedir a sus invitados era otra persona, desinhibida y muy cercano a sus comensales. La verdad es que no sé que tanto hacían, pero da la impresión que algo extraño pasaba en ese lugar”.