
Ante ello, la superficie terrestre tiende a irradiar el calor absorbido a la atmósfera, energía que se dispersa y se pierde, esta última, ante el ocultamiento del sol, lo que produce un brusco descenso en la temperatura ambiental. En esencia, se trata de un mecanismo natural de equilibrio en la oscilación térmica. Es decir, entre la diferencia de energía que hay entre el cielo y la tierra en un momento dado.
El más gélido
En otro plano, los 0,7 ºC registrados durante la madrugada del martes fueron un presagio de lo que será este otoño en cuanto a temperaturas. Al respecto, el meteorólogo Orlando Cortés, señala que en términos generales de climatología la presente estación será un poco más fría que en años anteriores, con temperaturas mínimas y máximas, “levemente bajo lo normal”, dada la mayor influencia del Índice de Oscilación del Sur (IOS)en el Océano Pacífico Occidental, unido al fenómeno de “La Niña”, que llegan muy debilitado a la zona austral del continente.
En cuanto a las precipitaciones, Cortés pronóstica un año normal, con un índice pluviométrico cercano al promedio. A diferencia de lo que ocurre en la zona central y sur del país, en donde la influencia del fenómeno de “La Niña”, actúa produciendo una disminución drástica de las precipitaciones, que afecta hasta la altura del paralelo 40º de latitud sur.
Por ello, como puede inferirse, en Magallanes dicha influencia actúa marginalmente. Existiendo, en tanto, una predominancia casi neta del cinturón de bajas presiones subpolares, que ejerce influencia entre los paralelos 55º y 45º de latitud sur, debilitándose a medida que avanza hacía zonas más septentrionales del continente. Esta variable mantiene constantes las precipitaciones a lo largo del año en Magallanes.