Una de las formas de violencia que más ha hecho noticia durante el último tiempo es el bullyng o matonaje y acoso sistématico entre pares, que por lo general tiene lugar en los ambientes escolares donde los niños y adolescentes se desarrollan habitualmente. Se trata de un problema de convivencia escolar que genera conflicto en la comunidad educativa, puesto que los niveles de agresión pueden llegar a sobrepasar todos los límites, como lo que sucedió con el apuñalamiento de un menor al interior de un establecimiento de la comuna la semana pasada que, aunque constituyó un hecho aislado, no dejó a nadie indiferente por las fatales consecuencias que pudo haber acarreado el suceso.
Pero más allá de ello, es un tema que preocupa por la dificultad de poner un atajo desde el nivel básico de desenvolvimiento social, del menor, que es la familia.
Desde el Servicio Nacional de Menores (Sename) Magallanes, el análisis y la discusión justamente se centran en este factor porque la mayoría de los menores que cometieron un delito y están actualmente judicializados no tuvieron un sustento para desarrollarse de forma adecuada ingresando a los centros privativos de libertad, que tienen ante todo, la función de reinsertarlos.
En este sentido, la psicóloga Carla Saldivia, directora del organismo, lamenta que la gran deuda de la sociedad sea, en este momento, la carencia familiar, que es lo que a su juicio, termina vulnerando los derechos de los menores.
“Si los adolescentes no tienen la red familiar que los apoye para que puedan escolarizarse y han sufrido abusos, asimismo violencia u otro tipo de vulneraciones, poco se puede hacer para que no caigan en la misma dinámica”, dijo.
Siguiendo esta línea, son los padres “quienes debieran tener que responsabilizarse de lo que hacen sus hijos”, haciendo alusión, la profesional en que “todos coincidimos que tiene que existir la metodología concreta de responsabilización para ellos” que, en definitiva, va a depender de la legislación en el tema.
“¿Qué es lo que hace el Sename? Entregarles las herramientas a los chicos para que logren salir adelante y trabajar con la familia lo más que se pueda, pero en definitiva la especie de castigo se lo llevan ellos, porque se los puede privar de libertad para que vuelvan al seno familiar, que tal vez no necesariamente aprende a que debe haber un cambio”, indicó.
Convivencia escolar
Para Saldivia, los beneficios de cultivar una buena convivencia escolar, además de mejorar el funcionamiento del establecimiento educacional, podrían ser una ayuda para el manejo del vínculo o la relación familiar del o la joven. “Se aprende a que si en la casa no se enseña a trabajar el respeto mutuo y buen trato, en el colegio se le incentiva y ahí pueden manejar la situación”, señaló la sicóloga.