
Se arrodilló y por unos momentos rezó ante los restos de su predecesor, después se retiró a la sacristía del templo mientras decenas de cardenales de todo el mundo lo emularon. Uno por uno pasaron para tocar o besar la caja.
Sobre el féretro fue puesta una copia abierta del Evangelio de Lorsch, de época medieval, uno de los más preciosos libros custodiados en la Biblioteca Apostólica Vaticana que contiene los evangelios de san Lucas y san Juan.
Mientras tanto, en la sacristía de la Basílica de San Pedro, Joseph Ratzinger, recibió brevemente a los 16 jefes de Estado y sus acompañantes que asistieron a la beatificación, según lo previsto en ese momento saludó al presidente de México, Felipe Calderón Hinojosa.
Por otra parte, afuera del templo vaticano, miles de personas esperaban pacientemente para venerar ellos también los restos de Juan Pablo II mientras otros tantos se alejaban de la zona del Vaticano en medio de un caos provocado por la multitud.
En los próximos minutos la Sede Apostólica abrirá las puertas de la basílica para que comience el desfile de peregrinos que se extenderá durante toda la tarde, noche e incluso madrugada, si es necesario.
Según informó la sala de prensa del Vaticano féretro será colocado en su morada definitiva, en la Capilla de San Sebastián del mismo templo, la noche del 2 de mayo.