“Aunque goza de presunción de inocencia, tipos como éstos no pueden andar sueltos porque son un verdadero peligro para la sociedad”, fue el lapidario comentario del fiscal Oliver Rammsy para pedir la prisión preventiva en contra de un puestero de estancia, formalizado ayer por “violación impropia reiterada”, en contra de su hija menor de edad.
Durante cuatro años, J.V.A., de 41 años, abusó y violó de la hija, desde que la pequeña tenía 10 años. La inició sexualmente, siendo el padre biológico, y aunque le pedía que no lo hiciera no le hizo caso. El sujeto, como puestero, “bajaba” a la ciudad una vez al mes y aprovechaba que su mujer trabajaba por turnos en un hotel.
El primer episodio se remonta a 2007, cuando la niña se quedaba al cuidado del padre y éste, actuando contrariamente, se metió en la cama de la hija “para tocarla y accederla carnalmente”, dijo el fiscal.
La segunda vez que el depravado atacó fue al regreso de la menor de la escuela. Entró al dormitorio a sacarse el uniforme y, sin alcanzar a poner pestillo a la puerta, el padre se introdujo y volvió a violarla. Esto se repitió hasta junio del año 2008, pero el agresor siempre la amenazó para que no contara nada. Ella calló por temor que le hiciera algo a la madre, a quien ya había golpeado anteriormente.

Navidad

La peor Navidad de su vida pasó la víctima el 24 de diciembre del año pasado. Nuevamente la madre había salido a trabajar y ella, en vísperas de la Nochebuena, tuvo que sufrir las aberraciones del propio padre. La pequeña se fue a acostar y al rato estaba el padre en la cama. Y la amenaza se repetía siempre.
“Exijo que la justicia intervenga y lo obligue a hacer abandono de la casa”, pidió la madre de la niña, al prestar declaraciones a la Policía de Investigaciones. Un hecho que denunció ella misma, el 16 de enero de este año, luego de escuchar el relato de la hija. “Ella me confesó, frente a una amiga, que el 24 de diciembre su padre la había violado mientras estaba acostada. Le pregunté si era la primera vez y me respondió que no, así que partí inmediatamente a la comisaría”, declaró.
De acuerdo con los exámenes médicos practicados a la menor, los resultados son compatibles con la denuncia de violación.
Además, el fiscal presentó el informe sicológico, del profesional Mauricio Hernández, que concluye que los dichos de la menor son “altamente creíbles por eventos experimentados y no fabricados o imaginados”.
En el informe se establece que la niña identifica plenamente a su padre como el agresor sexual, y que “aterrada y por miedo a que el padre le hiciera algo a la madre nunca dijo nada”.
La salvación de la niña estuvo en que le contó sus padecimientos a una amiguita, quien a su vez la motivó para que hablara con la madre.
“Por lo mismo una vez intenté suicidarme y no quiero que mi papá se acerque nunca más a mí”, confesó a la policía la víctima.
El juez Juan Villa entendió que la libertad de esta persona constituye un peligro para la sociedad y lo envió a prisión preventiva.