
A finales de la década del 70 llegaron los flippers a Punta Arenas. En esos días, la ciudad se revolucionó ante el arribo de un nuevo concepto de entretenimiento que sólo se podía disfrutar en otras localidades del país. Los jóvenes llenaban el recién inaugurado Askari, en Galería Ipanema, el primer salón de entretenimientos, ante la incomprensión de los mayores que no entendían por qué se gastaba dinero para hacer correr una bola sobre un tablero.