De manera excepcional, el Ministerio del Interior decidió anticipar en casi dos meses el cambio de horario de verano. Se redujo el período de invierno en tres meses y la ciudadanía debe nuevamente adecuarse a un cambio de rutina. El último cambio al horario de verano, fue en mayo y se retrocedió 60 minutos la hora oficial. En aquella oportunidad, la medida despertó oposición en la región, por cuanto significaba utilizar luz artificial desde las 17 horas, abultando como resultado la cuenta de electricidad.
De manera excepcional, el Ministerio del Interior decidió anticipar en casi dos meses el cambio de horario de verano. Por Decreto Supremo Nº 469, los relojes de Chile continental e insular deberán adelantarse una hora, el próximo 20 de agosto.
El seremi de Energía, René Ampuero, se refirió a este dictamen que efectivamente modifica la rutina en la población.
“El hecho de adelantar este cambio fue bastante estudiado a nivel de Gobierno, con la razón fundamental de aprovechar mejor la luz día y así ahorrar energía eléctrica”, explicó el funcionario público.
Sobre los costos que implicarían para los habitantes, dijo que con la medida “debería haber una disminución desde el punto de vista de energía eléctrica”, ya que se extienden las horas de luz, lo que debería alivianar principalmente la economía familiar.
Pero, otro factor de preocupación -más aún cuando el último cambio de hora tuvo una duración de sólo tres meses- es el que se refiere a la salud de las personas y cómo se vería afectado el biorritmo natural y el estado de ánimo en una población como la de Punta Arenas, que posee uno de los más altos índices de depresión.
Así lo confirma la sicóloga del Programa de Salud Mental (Municipalidad y Junaeb), Evelyn Gómez, quien explica que “el período de horario de invierno, fue menos duradero que el del año pasado, por una decisión gubernamental. Lo más probable es que haya repercusiones”.
Por una parte, con el aumento de luz de día, “esperaríamos hubieran estados de ánimo mucho más normales, con más ánimo”, afirma la especialista, agregando que “la mayor parte de las personas que no tiene tendencia a la depresión o no tiene alterado el biorritmo natural, se adecua mucho más rápido a estos cambios, no tendría que generar impactos emocionales duraderos”.
Sin embargo, “en este momento, el cambio de hora puede ser hasta perjudicial, sobre todo para la gente que tiene el biorritmo más lento, que necesita dormir y la falta de luz los deja sin energía, con problemas de concentración, con alteración del apetito”, estima la sicóloga.
“Entonces significa tal vez más luz, pero inicialmente menos energía, te va a faltar sueño, tendrás menos capacidad de atención y de memoria”, añade.
A pesar de las hipótesis, el estado de ánimo y la depresión social es multifactorial, lo que significa que un cambio de horario es sólo una variable que podría influir en el estado de ánimo de las personas, pero no es determinante.
En definitiva, no hay que olvidar que la indicación del SHOA para el próximo 20 de agosto, cuando marque la 00.00 hora, es adelantar el reloj hasta la 01:00 de la mañana.