
Mientras que cercanos a Gaddafi advirtieron que no dejará el poder fácilmente, los residentes eufóricos celebraban en la Plaza Verde, el corazón simbólico del régimen de 42 años de antigüedad. Asimismo, la comunidad internacional exhortó a Gaddafi a que renuncie.
Los rebeldes detuvieron a su hijo, otrora su heredero, Seif al-Islam, quien junto a Gaddafi está acusado de crímenes de lesa humanidad en la Corte Penal Internacional, en Holanda. Otro de sus hijos permanece bajo arresto domiciliario. Así, la televisión estatal trasmitió súplicas amargas del prófugo líder en las que pidió que los libios defiendan su régimen.
La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) afirmó que, hasta que las fuerzas leales a Gaddafi no se rindan o regresen a sus cuarteles, continuará con sus patrullas de combate aéreo sobre Libia.
En Londres, el primer ministro británico David Cameron dijo que el régimen dictatorial libio está “cayéndose a pedazos y en plena retirada”. Además, anunció ayer que los bienes congelados del país medio oriental serán liberados dentro de poco a fin de ayudar a los rebeldes a restablecer el orden en el país.
Mientras Gaddafi siga oculto el “peligro sigue ahí”, advirtió Mohamed Abdel-Rahman, portavoz de los insurgentes en Trípoli, quien informó que aún hay focos de resistencia.
A primeras horas del día estallaron enfrentamientos en el centro de mando de Gaddafi, llamado Bab al-Aziziya, donde tanques del gobierno emergieron del complejo y abrieron fuego contra los rebeldes que trataban de ingresar, de acuerdo con Abdel-Rahman.
Por otro lado, un periodista de The Associated Press en el Hotel Rixos, donde se hospedan corresponsales de medios extranjeros, dijo que escuchó disparos y fuertes explosiones provenientes de la zona del complejo.