La apertura del Memorial del 11 de Septiembre en Nueva York, con sus monumentales estanques negros donde el agua fluye de manera permanente, fue la gran novedad para las familias de las víctimas de los ataques de 2001 en este décimo aniversario, marcado como siempre por el dolor, pero esta vez también por algo de alivio. “Es un lugar que da paz, hermoso. Fue muy emocionante para mí”, dijo Cheryl Shames, hermana de Andrew Zucker, un empleado de 27 años que falleció en la Torre Sur del World Trade Center (WTC), luego de ayudar a escapar a varios de sus compañeros de trabajo.
Así, tras años de asistir a un lugar más bien siniestro y conocido con el nombre de “Ground Zero”, por la desolación que quedó allí luego de los atentados contra las Torres Gemelas, las familias pudieron finalmente encontrar un sitio donde recogerse y recordar a los suyos de manera más adecuada.
“Vine en el primer aniversario, el quinto y ahora. No sé si vendré de nuevo. Estoy aquí para ver el Memorial, las cascadas”, señaló Patti Schwartz, una neoyorquina que el 11 de septiembre perdió a su marido Mark, socorrista.
Los familiares de las víctimas invitados a la ceremonia llegaron temprano, muchos con pancartas con fotos de sus seres queridos, y se situaron frente al escenario para esperar los tradicionales homenajes centrados en la lectura de los nombres de los 2.983 muertos, los discursos con el Presidente Barack Obama a la cabeza y el respeto de los minutos de silencio.
Si el día amaneció con cielo azul, de a poco se fue nublando, y llegado el primer minuto de silencio a las 8.46 hora local, el que recuerda cuando el primer avión secuestrado se estrelló en la Torre Norte, el sol se había ido.
“Debra Ann Di Martino, te amamos”, “Philip T. Hayes, por siempre en nuestros corazones”, se leía en los carteles que asomaban en la marea de gente. Algunos lloraban mientras se leían los nombres de las víctimas. Otros, escuchaban la lectura sentados en sillas plegables.
Fue poco después del segundo minuto de silencio, a las 9.03 hora local en recuerdo del momento en que el segundo avión secuestrado se incrustó en la Torre Sur, que la guardia de honor abrió las puertas del Memorial Plaza, el parque inaugurado para recordar a quienes murieron en los ataques.
El espacio, donde se han plantado 200 robles, alberga dos simples y bellos estanques oscuros con cascadas, en las cuales el agua fluye permanentemente y que están ubicados en el lugar exacto donde se levantaban las Torres Gemelas.
El nombre y apellido de cada fallecido está inscrito sobre los brocales de los estanques y por las pantallas gigantes instaladas en el escenario se veía como los familiares los acariciaban, los besaban y dejaban ofrendas, como flores y banderas estadounidenses.
En lo que puede volverse una tradición, muchos, como Sheryl, grababan el nombre de su ser querido frotando un crayón sobre el papel del programa oficial que les habían dado las autoridades y donde figuraban los nombres de todas las víctimas.
“Vengo cada año, no me pierdo ningún aniversario. Se va volviendo menos duro, pero nunca es fácil. Ahora, con el Memorial, el lugar parece mucho mejor. Es un nuevo paso adelante”, afirmó a la AFP Nancy Novaro, que perdió a su cuñada Catherine Lisa Loguidice, de 30 años.
El final de la ceremonia llegó precisamente en el Memorial Plaza, donde un coro de jóvenes cantó “I will remember you” (“Te recordaré”), antes de que el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, marcase el cierre con unas palabras y un trompetista entonase “Taps”, la música utilizada en los funerales militares.