
En horas de la mañana, un millar de agentes habían comprobado casa por casa que no quedasen residentes en la zona de peligro, un radio de 1.800 metros trazado en torno a una enorme bomba británica de 1,8 toneladas, encontrada el 20 de noviembre en el río Rin.
La evacuación se aprovechó para desactivar también una pequeña bomba estadounidense y detonar una bomba de humo tóxico, que estaban en el lugar. Para acceder a las bombas se construyó un anillo de 350 sacos de arena a su alrededor y se bombeó el agua del río dentro de ese espacio, con el fin de que los expertos trabajaran en seco.