Según Registro Civil, el año pasado hubo 66.132 nupcias, el mayor peak desde 2004, cuando cayeron a 54.122. Parecía en retirada. El matrimonio había dejado de ser prioritario para los chilenos y así lo revelaban las cifras del Servicio de Registro Civil: mientras en 2001 hubo 65.094 nupcias, en 2003 llegaron a 60 mil, hasta descender a 54.122 en 2004, el año en que se promulgó la Ley de Divorcio. Y aunque desde 2008 comenzó un aumento sostenido, sólo en 2010 los matrimonios volvieron a superar la barrera de los 60 mil, para llegar en 2011 a su mayor nivel de los últimos 10 años: 66.132 matrimonios.El cambio está impulsado por dos factores. El primero, paradójicamente, sería la Ley de Divorcio, que entró en vigencia el 2004 y posibilitó que muchos chilenos que convivían pudieran formalizar sus relaciones como siempre lo habían querido.
¿El segundo? Los rezagados de siempre, personas que pasaron muchos años conviviendo o preocupadas de su desarrollo profesional y decidieron finalmente dar el paso después de los 36 años, el tramo etario que impulsa este fenómeno y que ha triplicado las ceremonias en 10 años: si en 2000 representaban el 7% del total de matrimonios, en 2011 fueron el 22%.
El efecto stock
En abril del año pasado, Jaime Vega (60) y Jessica González (38) se casaron luego de ocho años de relación, en una casona de Calera de Tango, en una ceremonia donde participaron sus dos hijos, de cuatro y siete años. "Mi marido se había divorciado en 2009, pero no habíamos visto la necesidad de casarnos. Ahora quisimos hacerlo por nuestros hijos", cuenta Jessica.
El matrimonio Vega-González es parte del contingente del llamado efecto stock, parejas que convivían, pero estaban legalmente imposibilitadas de volver a casarse por anteriores matrimonios y que gracias a la Ley de Divorcio simplemente regularizaron su situación. "Lo más probable es que el aumento en los matrimonios sea paradójicamente un efecto de la Ley de Divorcio: muchas parejas se tomaron su tiempo en disolver legalmente sus matrimonios con la ley de 2004 y este aumento concentra las segundas nupcias", dice Eduardo Valenzuela, director del Instituto de Sociología de la UC.
Otra sociedad
De hecho, del total de matrimonios realizados entre 2005 y 2009, el 10% corresponde a hombres y el 7% a mujeres que se casaron más de una vez, un fenómeno que se ha vuelto cada vez más natural en países con leyes de divorcio, dice Javier Romero, sicólogo y sociólogo del Centro de Investigaciones Socioculturales de la U. Alberto Hurtado.
Un ejemplo claro del efecto stock lo vivió Estados Unidos, donde un estudio de la U. de Missouri, realizado en 2000, mostró que dos décadas después de promulgada la ley en ese país, el 75% de los divorciados estadounidenses se había vuelto a casar y el 30% lo había hecho sólo un año después de separarse.
La tendencia es parecida en nuestro país: un estudio del Centro de Microdatos de la U. de Chile reveló que el 41,3% de los chilenos que se separa inicia un segundo matrimonio o convivencia. Y que son los hombres los que más se vuelven a casar: 48,9% contra 36%.
"Esto habla de una sociedad que en algunos sectores se está volviendo más liberal, asumiendo una pauta de comportamiento que hace 20 años sólo se veía en sectores populares y hoy ha llegado a sectores medios", dice Silvia Lamadrid, académica del Departamento de Sociología de Facso en la U. de Chile.
Eso ha gatillado un cambio social en cómo los chilenos conciben el matrimonio. "Antes, el matrimonio era para toda la vida, hoy sigue siendo una decisión importante, pero como sociedad estamos más abiertos a una segunda oportunidad y eso no se sanciona como antes", dice Javier Romero.
Ahora sí
No todos los nuevos matrimonios que impulsan esta alza son de segundas nupcias. También están los solteros que han convivido por años y aquellos que postergaron el matrimonio para consolidar su profesión y aprovechar al máximo su soltería.
No por nada la edad promedio en que los chilenos se casan ha ido en ascenso en la última década. Si en 2002 las chilenas se casaban a los 25 años y los chilenos a los 28, para 2010, la mayoría de ellas contraía el vínculo a los 28 y ellos a los 31 años. De hecho, una investigación de la U. de Buenos Aires en 2008, ubicó a Santiago como la segunda ciudad en Latinoamérica -después de la capital argentina- cuyos habitantes más retrasan la edad para casarse, destacando que, en promedio, las santiaguinas se casan a los 30 años y los santiaguinos a los 34.
Un fenómeno en que las mujeres tienen mucho que ver, según Claudia Dides, socióloga y magíster en Género y Cultura de la U. Central, quien sostiene que son ellas las que están cada vez más dispuestas a priorizar el mundo profesional. "Asistimos a cambios tan profundos en el ámbito de las relaciones íntimas, que rompen con los estereotipos tradicionales y con las formas más conservadoras de la sociedad chilena", dice.
Una mirada que comparte Romero. "El matrimonio ya no es una suerte de rito de ingreso a la adultez. Hoy la gente posterga esa decisión, pues pone como prioridad la realización personal y luego la de pareja, pero igual están dispuestos a asumir el riesgo".
Y están dispuestos a asumir ese riesgo, porque pese a los cambios sociales, los chilenos valoran el matrimonio. La cifras así lo refrendan: la Encuesta Nacional de la U. Diego Portales de 2010 arrojó que si bien el 78% de los chilenos se muestra a favor de la convivencia antes del matrimonio, el 77% afirma que el matrimonio es una institución vigente. Una mirada que no excluye a los más jóvenes (18 y 29 años), donde el 74% afirmó lo mismo.
Es lo que sienten Juan Carlos (38) y Carolina (36). Tras cinco años de relación y dos y medio de convivencia decidieron casarse el año pasado. "Sin este período de soltería no habríamos podido reunir nuestro patrimonio, estudiar posgrados y darnos gustos, como viajar, pero queremos tener hijos y que puedan crecer en una familia con sus papás casados", reconoce Juan Carlos.
¿Está el matrimonio de vuelta? Está por verse, dice Eduardo Valenzuela, para quien los números 2011 no bastan para hacer un diagnóstico concluyente. "Debemos esperar para confirmar si se trata de una tendencia sostenible en el tiempo y no se trata sólo de un efecto de stock. Si es así, no debería durar mucho", dice.
