Ayer al mediodía, el Consejo de los Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas realizó un panel de conversación sobre la discriminación y violencia a las personas por su orientación sexual o género identitario. En la oportunidad, la Alta Comisionada para los Derechos Humanos Navi Pillay denunció que al menos 76 países tienen leyes que criminalizan explícitamente las relaciones entre personas del mismo sexo o contienen prohibiciones vagas que se aplican como una manera discriminatoria para perseguir a personas con distinta orientación sexual.
Aunque en distintos países como Armenia, Azerbaiyán, Bosnia-Herzegovina, Cabo Verde, Georgia, Fiji, India, las Islas Marshall, Nepal, Nicaragua, Panamá, entre otros, estas leyes han sido derogadas, aún hay al menos cinco países donde la pena de muerte se puede aplicar a quienes sean culpables de delitos de conducta homosexual. En relación a estas leyes que criminalizan a las personas por su orientación sexual la Comisión de Derechos humanos señaló que “constituyen una violación de la ley internacional sobre derechos humanos”.
El informe que presentó Pillay concluye que existe un patrón de violencia en contra de las personas lesbianas, gays, bisexuales y transexuales, agregando que las principales manifestaciones de violencia en contra de personas con distinta orientación sexual son asesinatos selectivos, actos de tortura y violencia sexual.
Al respecto Laurance Helfer, Co-director del centro de Ley comparativa e internacional de Duke University, en Estados Unidos, afirmó que todos los humanos nacen en igualdad de derechos y que la declaración universal de los derechos humanos no excluye a ningún grupo o individuo y ciertamente menos a personas transexuales, bixesuales, gays o lesbianas.
El estudio propone tres acciones: que los Estados mejoren su responsabilidad por la violencia homófona o por transfobia, que las leyes discriminatorias sean reemplazadas por leyes que provean protección legal adecuada para las personas en riesgo de sufrir discriminación homofóbica o transfobia y que se reconozca que el prejuicio es la base de toda violencia y discriminación. Además, indica que eliminar el prejuicio no sólo se puede realizar cambiando las leyes sino que también cambiando la mentalidad y el corazón de las personas.
A modo de conclusión, los participantes concordaron en que la idea no era crear nuevos derechos para algunas personas, pero que debían asegurar que todos los seres humanos puedan disfrutar de los derechos humanos.