La inflación parece estar preocupando más al Banco Central que la desaceleración de la economía. Así por lo menos se refleja en la presentación que realizó el presidente del emisor, Rodrigo Vergara, en un seminario en Uruguay y que sucede al comunicado del jueves pasado cuando decidió mantener la tasa de interés en 5%, advirtiendo presiones inflacionarias. “El comportamiento de la demanda interna, en un contexto de brechas de capacidad escasas, puede dar pie a presiones inflacionarias. En los últimos meses las medidas de inflación subyacente convergieron a 3% a una velocidad mayor que la prevista… Sin duda, esta es una situación que seguiremos vigilando cuidadosamente”, dijo Vergara.
En ese contexto dijo que en Chile los efectos de la desaceleración de la economía mundial en la segunda mitad de 2011 y las turbulencias financieras provenientes de Europa han sido acotados, hasta ahora.
“En términos de actividad, las cifras del tercer trimestre mostraron una desaceleración marcada, que continuó al comenzar el cuarto trimestre, pero que en los últimos datos ha tendido a disiparse”, dijo.
En el marco de la Reunión Anual del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en Montevideo, Uruguay, Vergara hizo un llamado a seguir una política monetaria orientada a mantener una inflación baja y estable.
“Es la mejor contribución que podemos hacer los banqueros centrales a la prosperidad de nuestros países. Como economías emergentes ya hemos sufrido muchas veces con el flagelo de la inflación y conocemos de cerca los efectos devastadores que esta tiene sobre nuestra población más vulnerable”, agregó el sucesor de José de Gregorio.
Respecto a la situación futura, Vergara dijo que la evaluación sigue siendo que la crisis en el mundo desarrollado “tarde o temprano” terminará afectando el desempeño de las economías de América Latina.
“Es posible que lo haga en un grado menor al que pensábamos lo haría hace un tiempo, pero suponer que nada ocurrirá no es lo más sensato”, dijo.
Sin embargo, agregó Vergara, la dificultad de medir el real impacto hace que también se deba ser muy cauto en medir la magnitud del impulso que cada economía requiere para mitigar los efectos del escenario externo.
“La situación de las economías desarrolladas es muy compleja, y resulta una gran lección de cómo desequilibrios que no se atacan a tiempo terminan produciendo costos gigantescos para la población”, complementó.