
Su llegada al Censo 2012 fue como la de cualquier otro postulante. Escuchó en televisión la noticia de que por primera vez se contrataría a los censistas, que recibirían un sueldo por tres meses y que había que postular por internet. Le interesó la opción. La silla de ruedas con motor que utiliza hace cinco años ha comenzado a fallar y sólo para cambiar las baterías necesita 300 mil pesos.
Issaac llenó los formularios para el cargo de supervisor, donde le pedían como requisitos ser mayor de 18 años, con enseñanza media, sin antecedentes penales. Nada se preguntaba sobre alguna discapacidad física. Y el email con la aprobación apareció en su correo un par de semanas más tarde.
Issaac llegó a la capacitación en silla de ruedas. Fue la primera noticia para sus jefes de que el muchacho sufría una tetraplejia que le impedía caminar a causa de un episodio que vivió a los 16 años. "El 23 de febrero de 2005 tuve un accidente por un piquero en la playa, en un sector que le llamaban las Aguas Calientes, en Ventanas. Fue como diez para las seis de la tarde. Era un típico día de playa con los amigos y pasó lo que no tenía que haber pasado nunca. Me quebré la quinta y séptima vértebra del cuello, tengo diagnosticada tetraplejia. Esperanza de volver a caminar ninguna y cero motricidad fina respecto de las manos", relata.
Al llegar a la oficina del censo, Issaac temía que no lo aceptaran. Recuerda que "en un principio me lo planteé, que me iban a decir: ¡Usted no puede hacer el censo porque tiene que ser todoterreno! Yo en mi silla me considero una persona todoterreno, ando en mi silla de ruedas eléctrica para todos lados".
Pero el escenario que enfrentó fue distinto. En la oficina del censo en Puchuncaví le explicaron que sólo existían tres puestos para supervisores, que ya habían sido seleccionados, pero por su currículum, Issaac había sido aceptado como censista. Le dieron la opción. Issaac decidió tomarla.
Nibaldo Alvarez, encargado técnico comunal del censo en Puchuncaví, cuenta que "una vez que Issaac llegó, claro que nos sorprendimos", pero de inmediato optaron por apoyarlo. "El ha tenido las mismas ganas desde el momento que llegó. Nosotros éramos escépticos al principio, pero con el pasar de los días nos fuimos dando cuenta de que era tan capaz como los demás, y sus compañeros lo fueron aceptando, apoyando. Ahora todo el mundo anda preocupado de él, pero creo que no lo necesita mucho, se ha integrado perfectamente al equipo de trabajo", destaca Alvarez, recalcando que es la primera vez que se tiene indicio de un censista en silla de ruedas.
A Issaac ya le tocó salir a reconocer terreno y sus compañeros lo han ayudado en los recorridos más difíciles, en las zonas rurales donde los caminos de tierra y escaleras se alzan como una dificultad extra. Pero el muchacho de 22 años no se complica. Para él, explica, tiene que ver con que "es un cambio de switch que tienes que hacer al momento mismo del accidente. De ahora en adelante eres otro, vas a tener que hacer otras cosas, demostrar que puedes hacer muchas más que las demás personas y eso es lo que me ha llevado a estar donde estoy y el apoyo de mi familia".
Para el Censo de 2002, Issaac vivía en la casa de su abuela y recuerda que justo fue su profesora jefe quien debió encuestarlos. Ahora piensa en si se encontrará con amigos o quizás sea él quien deba censar a su maestra esta vez. Lo claro es que "la primera casa que vaya a censar no se me va a olvidar nunca, va a ser algo que va a quedar en el recuerdo siempre", dice.
Jaime Cortés, el padre de Issaac, se emociona al ver a su hijo con el uniforme de censista. "Para nosotros es una satisfacción que pueda desenvolverse en este tipo de actividades y los grados de superación que ha tenido hasta la fecha, que no son menores. No queda más que apoyar, estamos orgullosos de él con su mamá y sus hermanos", asegura.
Issaac dice que "le pondré de lo mío", para tratar que el cuestionario con las 42 consultas no agoten a los chilenos que les corresponda censar. Y repasará el manual antes de salir. Sabe que su jornada será histórica y está expectante. "Quiero ver cómo la gente se va a sentir o mirarme al momento de entrar en su casa, o al momento de censarla. Igual debe ser como extraño que una persona en silla de ruedas te esté encuestando", cree.
Si su silla de ruedas no cruza un portal, no se hará problemas. "Perfectamente podría censar o encuestar a la persona en el patio de su casa, depende de la comodidad de cada uno. Me pongo los escenarios y los soluciono al instante. No me voy a echar a morir porque no pueda entrar a una casa o la casa tenga una escalera de mil peldaños y no pueda llegar, los entrevisto en la puerta, y esa es la solución. Lo que yo quiero con esto es demostrar, a uno mismo y a mucha gente, que estar en una silla de ruedas no es impedimento para hacer las cosas que uno quiere y que las barreras son solamente sicológicas ".