$ 4 millones se debieron invertir aproximadamente, sólo en materiales de construcción, retirándose primeramente el piso de todo el recinto, instalándose uno flotante. En este accionar, como señalaron los maestros que llevan a cabo la remodelación, se encontró 15 centímetros de barro debajo del suelo, y en toda la superficie 40 mil litros de lodo.
A su vez, se están reparando todos los ductos de la calefacción, la caldera, el mobiliario, y se procedió a pintar el restaurante en su totalidad.
Como señaló Imelia Valderas, encargada de la cocina, se espera que a fines de mes el local pueda abrir sus puertas, debido a que las obras deberían estar concluidas el lunes, paro acto seguido realizar aseo completo del lugar, y posteriormente efectuar una fumigación.
“Se echó a perder todo; bar, piso, alfombras, refrigeradores, congeladores, el termo, todo”. Estas palabras las emitió José Almonacid, concesionario del restaurante Beagle, otro de los locales comerciales de calle O’Higgins que sufrió anegamiento tras el desborde del río, y que hoy se encuentra en proceso de reconstrucción.
Por lo bajo las pérdidas ocasionadas bordean los $ 30 millones, a las que se suman además los cuatro sueldos que debió cancelar en este primer mes de para, a los trabajadores del recinto, los que seguirá pagando pese a no tener ingresos, precisó, argumentando que lo más fácil sería despedirlos, pero que esta acción no va con sus principios, ni se condice con la labor esforzada que realizan ellos a diario en el restaurante.
Las obras de remodelación están a cargo de Manuel Pichuncheo, quien junto a un grupo de trabajadores desempeñan labores, incluso los fines de semana, para reabrir el establecimiento lo más rápido posible, acción que se pretende realizar en un mes, como sostuvo su concesionario.
“Tenemos que colocar cerámica en el piso, pintar, arreglar todo; la cocina, los baños, todo se echó a perder con el agua y el barro. El agua no es tanto lo que entra, pero el barro, esa es la pudrición que queda, y cuando uno no tiene ayuda, no tiene nada, entonces qué puede hacer, con su puro esfuerzo lo está haciendo”, precisó, sosteniendo que a la fecha no ha recibido ningún tipo de ayuda económica del Gobierno, estando a la espera de saber si será beneficiado con la tarjeta destinada a la compra de materiales, donada por el Servicio de Vivienda y Urbanismo (Serviu).
Cabe destacar que entre los materiales y la mano de obra, Almonacid debió invertir cerca de $ 15 millones.
“En el momento viví de todo, nervios, rabia, todo, pero después hay que tomar las cosas con calma, porque uno si desespera mucho, no se saca nada, porque con la naturaleza uno no puede hacer nada. Hay que dar gracias a Dios que uno está vivo y con salud”, señaló el empresario, entregándose ánimos propios, para continuar luchando por recuperar su fuente de ingresos, la cual mantiene desde hace más de 10 años.
Otro de los establecimientos comerciales anegados, que permanece cerrado, es el Hotel y Restaurante Savoy, ubicado en calle José Menéndez Nº1073.
Como informó su administrativa Carmen Novoa, hoy en día el recinto se encuentra en proceso de construcción de una estructura de hormigón, debido a que el piso del primer nivel será de cerámico, no instalándose más alfombras, previniéndose así la superficie ante un eventual nuevo desborde del Río Las Minas.
Explicó la funcionaria que en la reconstrucción de ambas dependencias, considerándose la mano de obra y los materiales, se están invirtiendo $ 100 millones, no avaluándose aún las pérdidas producidas por las inundaciones, pero sí teniéndose en consideración que mensualmente los perjuicios económicos por concepto de ventas, bordean los $ 70 millones.
Se espera que los trabajos concluyan a mitad de mayo, iniciando funciones, tanto el restaurante, como el hotel, los últimos días de dicho mes.
“Enfrentamos este proceso con un poco de impotencia, porque el hecho de que tú no puedes hacer nada. Quizás si alguien nos hubiera dicho que el río estaba en el proceso que se iba a salir, se hubiera hecho lo que pasó en el 90, porque en esa oportunidad se preparó, se colocó arena y ahora no teníamos nada, no estábamos preparados porque se iba a salir el río. Además esto fue mucho más que en el 90, porque en este lugar era sólo agua “, relató la funcionaria que desempeña labores desde hace 25 años en el establecimiento comercial.