
En una conferencia de prensa en Bruselas, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, alentó a “aprovechar la dinámica actual para aplicar las medidas planteadas” por sus servicios y “reactivar el motor averiado del crecimiento europeo”.
Barroso ve en Hollande un aliado precioso para imponer a nivel europeo el tema del crecimiento junto al de la consolidación de las cuentas fiscales, contra la resistencia de Alemania a abandonar la línea de austeridad en un solo sentido. La canciller alemana Angela Merkel no parece dispuesta a ceder mucho.
De hecho la iniciativa del presidente electo francés, suscita un fuerte debate con Berlín, opuesto a renegociar el pacto fiscal y más partidario de reactivar el crecimiento con reformas estructurales y no a base de gasto público.
Pierre Moscovici, que dirige la transición en el equipo de Hollande, se mostró confiado en un compromiso con la canciller Angela Merkel, con quien el socialista se reunirá tras asumir su cargo el 15 de mayo. “Encontraremos un compromiso. Y estoy convencido de que las cosas empiezan bien”, dijo a la radio RTL.
Moscovici recalcó que el presidente electo “desea una construcción europea en un sentido más favorable al crecimiento”, y no quiere “ratificar este tratado (de disciplina fiscal) tal como está, sino completarlo con un capítulo de crecimiento”.
A las presiones de Alemania se sumó este martes Japón, importante comprador de obligaciones del fondo creado por la Eurozona para rescatar a sus Estados miembros en apuros.
El anterior gobierno francés se comprometió con Bruselas a reducir a 3% del PIB el déficit público en 2013, tras el 5,2% alcanzado el pasado año y el 4,4% esperado en 2012. Hollande quiere reducir a cero el déficit en 2017, lo que sería una novedad en Francia desde 1974.