
El Presidente de Rusia, Vladímir Putin, declaró hoy 9 de julio día de luto nacional para que el país llore a los muertos de un fatídico fin de semana, en el que también fallecieron catorce peregrinos de la ciudad rusa de Pskov al volcar el autobús en que recorrían los lugares santos de la vecina Ucrania.
Miles de personas lo han perdido todo en apenas unas horas de la madrugada del sábado, en las que las precipitaciones superaron en algunos casos la norma de cinco meses: la ciudad balneario de Gelendzhik sufrió la mayor inundación de su historia.
“Más de 5.200 viviendas de Krimsk y Gelendzhik habitadas por 26.475 personas, entre ellos 6.330 niños” fueron inundadas por el agua, indicó Emergencias.
Los últimos cálculos del ministerio estiman que “alrededor de 3.300 personas han perdido todas sus pertenencias y más de 18.000 parte de sus bienes”.
Las calles de Krimsk se tornaron en ríos el día de la tragedia y sólo se podía acceder a la ciudad en lanchas o helicópteros.
Algunos habitantes de la urbe, de algo más de 50.000 habitantes, denunciaron que la ciudad fue abatida por una ola de más de siete metros que según ellos pudo deberse no tanto a las lluvias sino al desbordamiento de la presa de Neberdzhayevsk, situada en una montaña sobre la ciudad.
Tras una orden expresa de Putin para que las presa fuera inspeccionada, el Comité de Instrucción (CI) ruso constató que ésta sí vertió agua de forma puntual durante las lluvias torrenciales, aunque precisó que sus rebosadas no fueron la causa de las graves inundaciones.
“En 24 horas cayó sobre la zona la norma anual de precipitaciones, por lo que la presa se desbordó varias veces y descargó porciones de agua”, apuntó un portavoz del CI, que precisó no obstante que la infraestructura no sufrió rotura alguna por la que pudiera salir una tromba de agua capaz de inundar Krimsk.
Las autoridades descartan que estos “vertidos ordinarios” fueran la causa de las inundaciones y aseguran que dicha presa no dispone de compuertas que permitan descargar todo su contenido.