
“Estos han sido juegos felices y gloriosos”, afirmó Rogge.
Agradeció especialmente el entusiasmo de los aficionados y aseguró que el legado de los juegos y la infraestructura construida para este suceso beneficiarán a Gran Bretaña en los años por venir.
“Declaro clausurados los Juegos de la XXX Olimpíada y convoco a la juventud del mundo a reunirse dentro de cuatro años en Río de Janeiro”, señaló el líder del COI.
La llama se extinguió en un número en que la bailarina Darcey Bussell descendió de la parte más alta del estadio, suspendida de un cable. Fue un número concebido por coreógrafos del Royal Ballet e inspirado en el Ave Fénix que habrá de renacer en 2016.
A partir de este momento, Río asume formalmente la responsabilidad de realizar los próximos juegos.
Inmediatamente después de la entrega, comenzó un número de samba y otros géneros musicales interpretados por artistas brasileños, incluido el rapero BNegrao, Seu Jorge y Marisa Monte. Pelé bailó feliz en el estrado.
Pero el rock y el pop fueron mayoritarios en la clausura.
Annie Lennox cantó en la proa de un barco fantasmal, George Michael hizo bailar a los atletas, mientras el graderío desplegaba imágenes y mensajes luminosos; Taio Cruz exhibió su herencia brasileña y británica al cantar en un auto descapotable; Jessie J se le unió en el escenario tras circular en otro vehículo. Las Spice Girls prefirieron llegar en taxis y encendieron el ánimo del público.
Un Londres satisfecho de la misión cumplida ofreció un fin de fiesta pletórico de música.
Incluso John Lennon se unió al espectáculo posteriormente. Un video mostró al fallecido ex Beatle en su interpretación de “Imagine”, acompañado en el campo por un coro de niños, y mientras un grupo de personas formaban su efigie con paneles de hule espuma. El recuerdo de Freddie Mercury apareció también en las pantallas gigantes del Estadio Olímpico y los integrantes vivos lo acompañaron en el escenario.
Tras esa escena de caos urbano, al que puso fin el grito de un imitador de Winston Churchill, vino una pausa solemne, con la llegada del príncipe Enrique en representación de la reina Isabel II y la interpretación del Himno Nacional británico, mientras cientos de personas agitaban las banderas del país.
Pero de inmediato comenzó la fiesta musical, a cargo de Madness, con “Our House”. Poco después llegaron los Pet Shop Boys, con “Eastern Boys and West End Girls”. Una banda militar, cuyos integrantes iban vestidos de guardias de la reina, desfiló entre autobuses de dos pisos.
Difícilmente se puede imaginar un escenario que haya reunido simultáneamente tantos símbolos de lo británico.
El programa incluyó la interpretación de 30 éxitos musicales británicos de las últimas cinco décadas. El director artístico de la ceremonia, Kim Gavin, eligió esas canciones de entre una lista de un millar de candidatas.
“Hoy se cierran unos juegos maravillosos en una ciudad que también lo es”, dijo en su discurso Sebastian Coe, el presidente del comité organizador. “Encendimos la llama y encendimos al mundo”.