Junto al fotógrafo Óscar Riquelme realizamos más de dos meses de viaje en camioneta, capturando los cascos antiguos de las viejas estancias que apenas resisten la sal, el viento y el olvido de una sociedad que en algunos casos los declaró Monumento Nacional. Hoy, a ratos, sólo queda la sensación visual de asistir a un paisaje completamente privatizado por el olvido y la desolación.