Los televidentes que veían a Sergio Livingstone como un abuelo bonachón y a veces cascarrabias, no alcanzan a dimensionar la jerarquía de arquero que fue. Su calidad dejó en segundo plano a colegas de la talla de Hernán Fernández, Carlos Pérez, Daniel Chirinos, Mario Ibáñez y René Quitral, quienes en otra época sin el Sapo habrían sido titulares en la Roja de Todos.
La popularidad de Livingstone quedó de manifiesto al venir de gira con Racing a Chile y una multitud lo sacó en andas de la Estación Mapocho, o la vez que los jugadores de Paraguay también lo levantaron en andas en el Estadio Nacional después de un partido por las Eliminatorias para el Mundial de Suiza 1954, o cuando distintos partidos políticos le ofrecían ser candidato.
A continuación Diario
El Pingüino rememora una crónica escrita por el periodista deportivo Luis Urrutia O’Nell para Diario El Pingüino y publicada el lunes 12 de enero de 2009.
- ¿Que yo jugaba mejor en los partidos internacionales que en los de casa?
“Eso es una falsedad. Si no hubiera andado bien en la competencia local no habría alcanzado el terreno internacional”.
-¿Qué me agrandaba?
“Debe haber sido eso que yo llamo clase, jugar bien cuando los demás bajan su rendimiento, jugar bien sin importar que haga frío, que haga calor, que la cancha sea un desastre, que el arbitraje... Tampoco es cierto eso de que los arqueros antiguos no salían del arco, yo lo hacía y muy bien y antes que yo lo hizo el ‘Pulpo’ Eduardo Simián”.
“Cada vez que entrevistan a alguien, resulta que ese alguien dice que me anotó un gol, todos los jugadores me convirtieron goles... Ese es el drama de los arqueros. Los delanteros sólo recuerdan los tantos que me señalaron y olvidan los que evité, pero sucede que la fama uno se la ganó por los goles que no le hicieron. Es lo mismo que pasa en los noticieros deportivos, muestran únicamente los goles y no las atajadas de los arqueros”.
Es injusto. “Por las eliminatorias para la Copa del Mundo Suiza 1954 Chile jugó contra Paraguay. En Asunción perdimos 4-0, llovió torrencialmente, hubo un calor horrendo con humedad tropical y la cancha del Club Libertad era mala.
“Entonces, en esas condiciones, era muy difícil rescatar una buena actuación y lo hice. El astro Arsenio Erico, a quien yo había enfrentado en el clásico Racing-Independiente en Argentina 10 años atrás, llegó al camarín a felicitarme”.
“En el partido de vuelta en Santiago también caímos (3-1), Paraguay asistió a ese Mundial y al finalizar el cotejo los jugadores paraguayos me levantaron en andas. Yo creo que debe ser el único caso en el mundo donde un equipo hace ese reconocimiento a un rival. Esa fotografía está en la antigua revista Estadio”.
“Si volviera a nacer, elegiría ser futbolista otra vez. Jugué 22 temporadas, me operaron dos veces del codo izquierdo, una del codo derecho y dos de la rodilla derecha, y estuve enyesado cinco oportunidades en las manos y los tobillos. El retiro me dolió mucho”.
“La única ocasión en que lloré en una cancha fue para mi despedida. Hubo un clásico, ‘Recuerdos de Cocoliche’ y el dúo Sonia (la Única) y Miriam me dedicó la Canción del Adiós en el Estadio Nacional. Después, por primera vez, Chile le ganó a Argentina (4-2, el 18 de noviembre de 1959)”.
Punta Arenas
“Dos veces he estado en Punta Arenas, ambas por un homenaje. Fue después de los títulos de campeón con Universidad Católica en 1949 y 1954. El club envió a la Cuarta Especial, pero por obligaciones de contrato tuve que viajar también. Me regalaron un galvano…”
-¿Recuerda cuando actuó con Alejandro Scopelli en un combinado universitario en el Estadio Carabineros (en Mapocho)?
“Frente a Montevideo Wanderers y venía Obdulio Varela. La camiseta era rayada, negro con blanco”.
- ¿Y el partido de despedida antes de incorporarse a Racing de Avellaneda?
“No, fue ante Ferro Carril Oeste. Después de ese partido, vino otra despedida en la Subida de la Zorra, sí, así se llamaba, en Valparaíso. Fue la única vez que no me acosté”.
- Con las pelotas actuales, ¿los arqueros de antes exhibirían la misma seguridad de manos?
“Los que se destacaban, sí. Había uno, Eugenio Soto, al que llamaban Garras de Águila. El balón era más pesado, con la lluvia se mojaba y resultaba muy complicado atrapar los cañonazos. En Argentina hubo una época de grandes goleadores que le pegaban muy fuerte a la pelota: Payo (Manuel) Pelegrina (Estudiantes de La Plata); Bernabé Ferreyra (River Plate); Agustín Cosso (Vélez Sarsfield); Herminio Masantonio (Huracán), Luis María Rongo (River Plate) y Evaristo Barrera (Racing)”.
- ¿Qué recuerda de la inauguración del Estadio Independencia, de Universidad Católica?
“Ya sé para donde va, al partido con Audax Italiano, pero no fue en la inauguración. Ésta ocurrió a mitad de semana, con desfiles y todo, y goleamos a Universidad de Concepción. El domingo (octubre de 1945), Audax nos ganó 9-2. No me diga nada…”.
- ¿Fue su peor boleta?
“Sí, pero cuando fuimos campeones en 1954, Santiago Wanderers nos goleó en Playa Ancha (6-1) y en Independencia (7-0). Lo que eran las cosas, teníamos mejor equipo, pero pasó… y nadie dijo nada”.
- Usted fue de los primeros futbolistas en hacer publicidad…
“No creo. Con Nescafé fuimos varios… Re l o j e s Mido - Multiford… ¡Aaah! Fue un regalo, antes éramos muy pajarones y a nadie se le habría ocurrido cobrar por eso. Como diez años después, me pagaron 15 mil dólares por la publicidad de Nescafé. ¿O le estaré poniendo polvos Royal? Ja, ja, quizá fueron cinco mil dólares”