
Unos metros más arriba vuelve a chequear su pantalla. Esta vez sí hay señal y puede leer un correo que le acaba de entrar. Por su expresión, pareciera que recibió la respuesta al mensaje que minutos antes él envió desde Puerto del Hambre. Hace 428 años, en ese lugar, Pedro Sarmiento de Gamboa fundó la Ciudad del Rey Felipe. Tres años más tarde, el corsario inglés Thomas Cavendish encontró cientos de cadáveres y un solo sobreviviente de las 337 personas dejadas en el lugar. Rebautizó el poblado como Port Famine.
Frente al monolito que resguarda los restos de la pared de una edificación de entonces, al ex ministro de Energía poco le preocupa esa historia en este minuto y tipea un mensaje sin bajarse del auto.
A 2.250 kilómetros al norte está su atención. En Santiago, entre Alameda, Teatinos y Catedral. Esta mañana del lunes 3 de septiembre, en las oficinas del ex Congreso, una comisión mixta del Senado y de la Cámara de Diputados discute la reforma tributaria del gobierno. Alvarez, militante UDI, abogado tributario y también ex subsecretario de Hacienda, no puede abstraerse del vértigo que le produce participar de un proceso de toma de decisiones de políticas públicas. Hace seis meses, él abandonó la primera línea al renunciar al Ministerio de Energía.
“Mis amigos me dicen que estoy en un período de rehabilitación”, había dicho un mes antes en la oficina que ocupa en el estudio jurídico Pérez de Arce, en Rosario Norte, Las Condes. Esta mañana al sur de Punta Arenas, y luego de cuatro meses desde el primer contacto para registrar su vivencia personal, tras renunciar a 15 años de política activa, vemos a un adicto a la adrenalina del poder en franca recaída.
La salida
A los 46 años, Rodrigo Alvarez tiene a su haber tres triunfos en elecciones a diputado (Magallanes 1997, 2001, 2005) y una derrota (Providencia, 2009); la primera presidencia de la UDI en la Cámara de Diputados (2009), un año y medio como subsecretario de Hacienda y casi 10 meses como ministro de Energía. Hoy han pasado exactamente seis meses desde que la noche del 23 de marzo apretó “send” en su pantalla del computador y envió por mail su renuncia a Energía al Presidente Sebastián Piñera, quien estaba de gira en el extranjero.
A fines de febrero, Alvarez había sido nombrado negociador del gobierno ante el conflicto en Aysén. Las conversaciones parecían no avanzar cuando los ministros del comité político abrieron una vía de diálogo con los dirigentes del movimiento de la que el entonces ministro no fue informado y se sintió excluido: sin respaldo político para poder enfrentar negociaciones futuras, explicó él en un comunicado que leyó solo en la UDI, luego de que el Mandatario aceptara su renuncia.
Su dimisión y las circunstancias en que esta ocurrió, llegó al borde de la crisis política. Los ingredientes: el Presidente estaba de viaje, el comité político llegaba a acuerdo con los ayseninos tras dos meses de protestas, la UDI se molestó, y su renuncia dejó de ser privada cuando el martes 27 fue dada a conocer por La Tercera. Esa misma tarde, el Mandatario la aceptó.
“Al apretar ‘send’ tenía el convencimiento absoluto de que estaba tomando la decisión que debía realizar”, cuenta una mañana de agosto en la sala de reuniones de Pérez de Arce. “No es que yo quisiera irme, sino que tenía la convicción de que tenía que irme”.
Los cinco días que pasaron entre que envió su renuncia y se le aceptó y los seis siguientes fueron de gran intensidad para Alvarez y el gobierno. El sábado posterior a su dimisión, su partido tenía programado un consejo ampliado al que estaba invitado el Presidente. Desde la vocería de gobierno, Andrés Chadwick dijo que tras la decisión de Alvarez había “razones personales”. En su declaración, el ex titular de Energía agradeció al Mandatario y dejó en claro que los conflictos los tuvo con los ministros del comité político. Su teléfono no paró de sonar en esos días.
En su casa, su esposa, Pamela, le preguntó cuál creía que sería la reacción de su mundo. Alvarez los dividió mentalmente en tres grupos: los que iban a apoyarlo, porque había hecho lo correcto; los que lo apoyarían por afecto, sin discriminar si era o no correcto; y los que estaban en contra y le iban a pegar. “Hubo sorpresas inesperadas, particularmente dolorosas, pero seis meses después ni siquiera me interesa recordarlo”, dice.
A dos días de aceptada la renuncia, el gobierno hacía gestiones para contener la tensión con la UDI. El viernes 30 comenzaba el cónclave en que asumiría la nueva directiva del partido. En ese ambiente, Pablo Longueira, ministro de Economía y quien en 2009 fue jefe de campaña de Alvarez, calificó de “errada y precipitada” la renuncia.
-¿Ha vuelto a ver a Longueira, a conversar con él? -le pregunto en el subterráneo de su casa, donde Alvarez atesora una biblioteca personal con tal cantidad de libros que ya les perdió la cuenta.
-No. Con Pablo la primera vez que hablamos fue la semana antepasada, lo llamé en nombre de la UC para invitarlo a inaugurar las jornadas de Libre Competencia de la universidad. Hablamos muy cortito. Va a ir.
El 26 de septiembre, estos antiguos aliados políticos se reencontrarán. Hace seis meses, en el cónclave de la UDI, sólo se cruzaron.
En esta biblioteca, donde los libros ocupan de pared a pared y del suelo al techo, varios estantes están dedicados a la II Guerra Mundial, a historia universal, a historia de Chile. También hay clásicos como Shakespeare, Dickens o novelas como las de C.S.Lewis o J.R.R. Tolkien. El asegura que ha “leído la gran mayoría”. Hace años tiene la costumbre de leer a lo menos una hora antes de dormir. Un anaquel es para Churchill. “En esos días releí un libro que es clave para todo político. Se lo he regalado a varios en momentos duros. Se trata del segundo tomo de la biografía de Churchill, de William Manchester. Se llama Alone”.
Alone resume cómo se sintió Rodrigo Alvarez a fines de marzo. “Me gusta ese segundo tomo de Manchester porque es el momento en que políticamente una persona se siente sola. Si en lo personal no me sentía solo, sí sabía que, políticamente, respecto de personas que habían sido mi grupo de cercanos, sí lo estaba”. En otra conversación, el ex ministro dirá que hay que “guardar las debidas dimensiones”. No se trata de que él se compare al estadista inglés. “Churchill es alta política (…). El trago amargo de Churchill duró casi una década; el mío, una semana en cuanto a amargura”.
El cónclave de la UDI terminó el sábado 31 de marzo. El Presidente, pese a los anuncios de que no asistiría, llegó y fue ovacionado. En medio de su discurso, Piñera agradeció la labor realizada por Alvarez. “Con las palabras del Presidente en el consejo general de la UDI, él puso el punto final. En ese instante yo siento que se libera una inmensa cantidad de presión. El aprecio que sentía hacia el Presidente sólo crece con ese gesto”.
La noche del domingo, Alvarez ya quería relajarse. De chico aprendió a tocar guitarra en Punta Arenas. Y así como en los libros él es de acopio, con las guitarras hay algo similar: tiene ocho en su casa, desde una clásica a una country y eléctricas; una de estas es una Fender Stratocaster. En la madrugada del lunes 2 de abril se quedó tocando en el subterráneo de su casa hasta que le llamaron la atención:
-Está bien que estés sin pega -, le dijo el mayor de sus cinco hijos, de 14 años-, pero yo tengo que ir al colegio mañana. Por favor, para de tocar.
Así cerró Alvarez la semana más tensa que ha vivido en política.
La reinserción
Al día siguiente, el ex ministro ya estaba instalado en la oficina de su amigo Rodrigo Pérez de Arce.
Quienes lo conocen lo definen como un hombre de mentalidad planificada, sin embargo, Alvarez no tenía muchas certezas sobre lo que iba a hacer al momento de renunciar. Sí algunas intuiciones: su decisión era considerada conflictiva, por lo que no volvería a la primera línea en poco tiempo. En lo personal, tampoco era una decisión liviana: “Al concluir mi participación en el gobierno, también concluía casi 15 años de actividad política y pública”. Lo primero que tuvo claro, entonces, fue que pondría un punto suspensivo en su quehacer, lo que él llama “un paréntesis”.
-¿Por cuánto tiempo?
-Puede ser definitivo o un paréntesis largo. Lo que no es: un paréntesis corto. Puedo dedicarle muchos años a mi actividad profesional (…). Por ningún motivo voy a ser candidato a parlamentario el próximo año.
Tampoco quería seguir dándole vueltas a lo sucedido. “De inmediato me puse a conversar distintas posibilidades de ofertas. Fue a propósito, quería dar vuelta la página y retomar lo más pronto posible el curso normal. No quería estar circunscrito a una reflexión permanente de lo que habían sido esas últimas semanas”.
Así es que en medio de los agitados días, tomó el teléfono y comenzó a armar su nuevo mapa laboral.
-Rodrigo, tienes que hacerme un espacio en tu estudio -, le dijo a Pérez de Arce, a quien conocía desde que eran universitarios.
A Alvarez le interesaba trabajar en un estudio con amigos, más bien pequeño y donde pudiera aplicar sus especializaciones en derecho tributario y libre competencia.
Otro llamado le llegó a él de parte del rector de su casa de estudios. Ignacio Sánchez lo llamó apenas se conoció la aceptación de su renuncia, para ofrecerle que retomara sus clases en Derecho de la Católica. Hasta hacía cuatro años, Alvarez dictaba cátedra de Derecho Comercial y tributario en el pregrado, y otros cursos al posgrado. “Era natural que yo volviera a hacer clases”. La primera semana de agosto re-debutó como profesor. El decano de Derecho, Roberto Guerrero, además, le ofreció incorporarse a dos centros de estudios de su facultad: el de Libre Competencia y el de Gobierno Corporativo. Aceptó.
Después de 15 años, volver a ser un hombre de a pie también ha sido una transición. Ya no cuenta con un equipo de asesores (en Energía trabajaba con ocho abogados especializados) ni con funcionarios que respondan las llamadas de la prensa, ni con un jefe de gabinete que le ordene la agenda; ni tampoco con una secretaria que se ocupe sólo de él y le solucione tareas, como recuperar su número de teléfono desde el ministerio. Esos trámites cotidianos ahora los resuelve él. Dice que a todos ellos los extraña, pero no se queja; más bien se ríe de las tres ocasiones en que dejó olvidado el celular en el auto o las dos veces que canceló la entrevista a último minuto, pues en su agenda aparecía otra reunión.
Con el panorama laboral ordenado, a dos semanas de su renuncia, Rodrigo Alvarez se escapó a su Punta Arenas natal. “Todo magallánico, cuando quiere tomar fuerzas y descansar, vuelve a Punta Arenas. Eso hice yo, me fui solo -sin esposa ni hijos- para estar tranquilamente con mis padres, en mi casa de la infancia, por cuatro días”. Una casa que, a diferencia de la mayoría de las de esa ciudad, está construida mirando al Estrecho de Magallanes.
Viaje a la cuna
En abril, por cuatro días, Alvarez leyó sentado junto al ventanal de la casa de sus padres. Vio películas, se dejó regalonear, durmió más que lo que acostumbra y -dice- reflexionó sobre lo que había pasado.
-¿Sabe cuántas ovejas van en ese rebaño? - le pregunto en medio de la ruta que comunica la capital de la XII Región con Puerto Natales, cuando cinco meses después del viaje que realizó en solitario a recuperar fuerzas lo acompañamos a Punta Arenas.
-En ese piño… Mmm... Ahí hay unas tres mil -responde seguro, y sigue -. Lo más probable es que las estén llevando a esquila de parición, a tierras de verano, más altas. Antiguamente, décadas atrás, la relación era un arriero por 1.000 a 1.500 ovejas, más seis perros.
Rodrigo Alvarez sabe de lo que habla. Si cuando el tema es historia siempre hay un seminario o un libro que lo instruyó, cuando se trata de ovejas, estancias o flora y fauna de Magallanes, él habla desde lo cotidiano. Desde que tiene recuerdos, su familia mantiene una estancia en la zona sur de Tierra del Fuego con ovejas, vacas y caballos, dos lagunas y un río que la cruza. La llamaron Las Cebadas, el nombre del pueblo del que vino su abuelo en Asturias, en 1907.
“Por años no me pude involucrar en la actividad ganadera de Tierra del Fuego, porque no había tiempo o no había recursos económicos para hacerlo. Me gustaría tener mayor participación. Si puedo o no hacerlo, depende de cómo me va a ir como abogado”, dice cuando habla de los planes que le quedan por concretar en esta nueva vida.
-O sea, la respuesta a la pregunta de tu hija está clara-, le digo y nos reímos, porque en esos días de la renuncia una de sus hijas se le acercó para resolver sus incertidumbres ante el inesperado escenario laboral del papá:
- Papá, ¿de qué vamos a vivir?
- ¿Cómo de qué?, de abogado.
-Sí, pero ¿nos va a ir mejor o peor?- insistió la niña.
-No sé, hija. Yo creo que mejor.
-Ah… O sea, cuando nos habías dicho que íbamos a Disney al final del próximo año… ¿podríamos adelantarlo si nos va a ir mejor?
Además de las actividades propias de abogado, en julio un llamado de Andrónico Luksic y del rector Sánchez trajo otra oferta: unirse al directorio de Canal 13. Hasta ahora, Alvarez ha participado de dos reuniones de directorio y dice estar feliz allí. También lo motiva el reencuentro con Nicolás Eyzaguirre, a quien conoció cuando él era diputado y el PPD, ministro de Hacienda de Lagos. Hace unos días evalúa otra oferta, esta vez para el directorio de un organismo gremial.
En lo político, ya ha participado de unas seis sesiones de la comisión ad hoc de la UDI, asiento que asumió en el mismo cónclave en que habló Piñera. Para bajar un poco el “síndrome de abstinencia”, como lo llama él con humor, también forma parte de la comisión económica del partido. “Uno no se libera de la vocación. No me cabe duda que por mucho tiempo sentiré la natural ausencia o carencia de estar en la primera línea de decisiones públicas que a ti te interesan o discutiendo todos los días temas que son de gran importancia, y donde tú tienes que tomar la decisión”.
En estos meses, esa sensación se ha intensificado en episodios como el congelamiento del proyecto HidroAysén, la carretera eléctrica pública o el fallo judicial contra central Castilla. “Cuando eso sucede, mucha gente me dice: ‘De la que te salvaste’... pero la sensación mía es exactamente al revés: ‘Qué ganas de estar en esa primera línea’...De repente a uno le falta esa adrenalina más política”.
Este lunes 3 de septiembre somos testigos de cómo se entusiasma enviando mensajes por celular y se esconde entre las lengas, para responder llamados en plena discusión de la reforma tributaria.
-¿Lo ha llamado algún ministro?
-Conversé con algunos ministros y subsecretarios, y con algunas autoridades de gobierno- responde.
Los nombres se los reserva.
Es la primera vez, tras su salida del gabinete, que Alvarez es consultado por un secretario de Estado. “En la negociación de Aysén tuve diferencias en aspectos de estrategia, aplicación y cómo se resolvió el conflicto con los ministros del comité político. Después de salir del gabinete no volví a hablar con ellos ni con otros ministros. En la reforma tributaria tuve contacto con algunos”.
En lo social, se ha juntado con Laurence Golborne y Felipe Larraín. Con el primero tiene una relación personal que se inició antes de que ambos llegaran al gabinete; con el segundo, afianzaron lazos en Hacienda.
Al Presidente no lo ha vuelto a ver desde el martes 3 de abril, cuando lo invitaron a participar del cambio ministerial. Allí, Piñera lo despidió con un abrazo. Alvarez sintió que comenzaba su nueva vida en el ámbito privado.
En la última entrevista, dice que ahora está convencido de que a todo político le haría muy bien salir de lo público y regresar a lo privado. “Qué bien hace, desde el alma hasta el intelecto, por un tiempo dejar de tener el rol de autoridad y volver a enfrentarte desde visiones cotidianas a las profundas, a lo que se está decidiendo”.
Fuente: www.latercera.cl