
En 1997 un grupo de docentes, trabajadores sociales y profesionales de distintas áreas revelaron la demanda invisible de los que dejaban el colegio o simplemente nunca habían recibido educación tradicional. Muchos estaban en la calle y había que reencantarlos. Crearon entonces, bajo el alero de la Corporación Municipal, el Programa Caminos de Libertad. En tres lustros de vida le han devuelto la esperanza a varios jóvenes y recibido el reconocimiento nacional e internacional por su experiencia. Pero también desde entonces los persigue una estigmatización que nace en el ojo de una sociedad y sistema educativo que tiende a la segmentación, a profundizar las desigualdades y a distanciar a barrios y colegios según ingresos. “Un joven con estudios, es también una nueva oportunidad que le damos a la sociedad”, señala tajante Teresa Bórquez, coordinadora del programa. En esta crónica contamos parte de la historia (versión completa en Suplemento Finde).