
El viaje, que comenzó a las 10 horas, emprendió ya con unos de sus primeros hitos, cuando el vuelo tomó dirección sur. Hecho singular en la retina magallánica, que normalmente toma este transporte para alcanzar el norte. Tras poco más de dos horas de tranquilo viaje, ya estamos divisando continente. Comienzan a observarse de a poco unos pequeños icebergs desde la ventana, que nos anuncian la llegada a tierra firme, y una vez que el avión aterriza en el aeródromo Teniente Marsh las sensaciones son de intensa alegría: estamos en la Antártica. Continente que han logrado conocer sólo unos pocos privilegiados del planeta.