El partido había comenzado cuesta arriba. Tanto por derecha como por izquierda, la velocidad de la albiceleste predominaba y doblegaba a la ordenada defensa chilena.
En lo táctico, Chile estuvo sobresaliente. Si bien tuvo algunas dudas al comienzo, en especial en la salida, el ataque argentino nunca pudo cerrar sus jugadas de ofensiva.
Sólo un par de escapadas en velocidad de Juan Manuel Iturbe y una pelota que se encontró Manuel Lanzini, pusieron la cuota de peligro, pero ambos atacantes definieron de pésima forma.
A Chile le costaba asociarse, la banda izquierda fue prácticamente invisible ofensivamente, por derecha, Diego Rubio aguantaba con habilidad y Bryan Rabello trataba de conectarse con el mediocampo al retroceder más de la cuenta.
La llave: las
pelotas detenidas
Una de las marcas registradas del técnico Mario Salas son las jugadas a balón detenido. En Barnechea, el equipo que ascendió a Primera División destacaba por ser uno de los mejores en el fútbol chileno.
A pesar del poco tiempo de trabajo que jugadores y seleccionador lamentaban, fue esta característica la que terminaría siendo clave.
Primero pudo ser Rubio, tras un muy buen pivoteo, pero un defensa alcanzó a incomodar al delantero del Sporting de Lisboa y la pelota pasó por un costado.
En la jugada siguiente, Rabello encontró la conexión perfecta con Nicolás Castillo, quien con un potente cabezazo batió al portero argentino, Walter Benítez a los 21’.
El árbitro protagonista
Chile seguía fijo con su libreto, la amenaza argentina exigía concentración absoluta en el mediocampo y defensa, pero el triunfo no podía ser tan fácil.
A los 42’ el árbitro brasileño, Sandro Ricci, sancionó una falta y la segunda cartulina amarilla para César Fuentes.
En el segundo tiempo, Mario Salas recompuso la línea de volantes, sacrificando la banda izquierda, que no había sido demasiado gravitante, con el ingreso de Sebastián Martínez por Cristián Cuevas.
La tarea era aguantar, a pesar que el delantero del Porto entraba casi hasta el área chica para rematar muy lejos del pórtico.
Se veía difícil, pero lograble, hasta que Manuel Bravo cometió una torpe expulsión, que el juez del encuentro no perdonaría, expulsando también al chileno.
Melo atajó todo
Con nueve jugadores, el portero formado en Palestino, Darío Melo, se convirtió en figura al tapar al menos tres goles cantados.
Siempre que una Selección Chilena tiene un arquero de garantías, existe espacios para soñar. Ayer Chile dio el primer e importante paso. El viernes ante Bolivia será el momento de ratificar.