“Quiero poner énfasis en la reinserción social”

General
14/01/2013 a las 18:03
En diez años como defensora local de Punta Arenas, la abogada se relacionó con más de 5.000 mil personas imputadas. La abogada Gustava Aguilar Moraga es una de las mujeres líderes en la Región de Magallanes. Egresó de esa generación dorada del entonces Liceo de Niñas Sara Braun, que entre otras la componen Paulina Julio, Ana María Díaz y Lidia Amarales. A todas les correspondió en su momento ejercer altos puestos directivos, tal como acontece hoy con Gustava Aguilar, quien desde el 1 de diciembre del año 2012 pasó a liderar la Defensoría Penal Pública Regional de Magallanes, en reemplazo de Juan Vivar, que jubiló.
Dice que su nombre se lo debe a una amiga de su madre, aun cuando no está demás mencionar que Gustava significa bastón de mando. Hija de un suboficial mayor del Ejército fallecido en un lamentable accidente de tránsito y de una reconocida profesora normalista de la comuna, hoy jubilada tiene un hermano general de Ejército en retiro. Está casada con Juan Carlos Beros, reconocido deportista del ambiente tuerca regional. Tienen dos hijos: Vesna y Carlos Guillermo. Ella actriz y vestuarista, él un novel ingeniero comercial que trabaja actualmente en el Banco Itau.
Sus familiares son del Barrio Prat y su adolescencia la vivió en ese sector de Punta Arenas. Cuenta como anécdota que cuando nació su madre la hizo socia del Club Prat y de la Séptima Compañía de Bomberos: “Siempre estuve ligada al Barrio Prat. Mi familia y mis abuelos eran de ahí. Cuando estudié en el liceo vivía allí y cuando me casé, la primera casa que arrendamos fue en ese sector. Entonces, tengo un especial cariño por ese barrio y por su gente”.
“Di gracias a Dios”
Dice que cuando recibió la noticia de su designación por el defensor nacional, Georgy Schubert, recordó la motivación que tuvo para estudiar Derecho en la Universidad de Chile. “Recordé, especialmente, la decisión que adopté cuando se inició la reforma y decidí capacitarme en materia procesal penal e hice un diplomado; y, la verdad, que me sentía satisfecha, feliz. Di gracias a Dios. Yo soy católica. Pensé en toda mi familia, y me acordé el día que di el examen de grado y mi padre estaba fallecido un año antes y lo veía sentado en el aula magna de la Universidad de Chile. Me acordé de todas esas cosas y me sentí feliz de asumir una responsabilidad como ésta, en una institución que yo quiero tanto, que me ha dado tantas satisfacciones, a pesar de lo desgastante que pueda ser nuestro trabajo y, a pesar, de la visión crítica que puedan tener algunas personas”.
Desde que asumió, su celular no dejó de sonar y ha pasado poco tiempo en su nueva oficina del segundo piso de la Defensoría, en calle José Miguel Carrera, ello por las múltiples reuniones y saludos protocolares, tanto a nivel del Poder Ejecutivo como judicial regional, que ha debido efectuar en el rol de su nuevo cargo.
Pero como no queriendo despojarse de sus antiguas funciones de defensora local, siempre se deja el tiempo para cruzar al edificio del Nuevo Centro de Justicia (frente a la Defensoría) para ver alguna audiencia en la que participan sus colegas defensores, como también comparecer en alguna de las causas con imputados privados de libertad que aún mantiene.

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