Aumenta interés en observación de ballenas jorobadas en Parque Coloane

General
12/02/2013 a las 08:21
Los viajes que nacieron con el fin de financiar investigaciones científicas, están actualmente incentivando este tipo de turismo de bajo impacto en el ecosistema. No se encuentra muy lejos de Punta Arenas, sin embargo, el conocimiento y la apropiación e identificación por parte de los magallánicos con el Parque Marino Francisco Coloane, ubicado al sureste de la Isla Carlos III, en el Estrecho de Magallanes, aún es incipiente.
Este parque que surgió como Área Costera Marina Protegida desde el año 2003, gracias a la iniciativa de investigadores de la zona, tiene la particularidad de recibir la ilustre visita de cientos de ballenas jorobadas, que cada año -aproximadamente entre los meses de diciembre a mayo-, comienzan su periplo desde aguas más cálidas, cerca de la línea del Ecuador, donde paren a sus crías, para luego desplazarse hasta aguas antárticas, lugar donde llegan para alimentarse.
Es en medio de esta larga travesía, que un grupo de estas ballenas jorobadas, las cuales ya son anualmente reconocidas por los científicos, descubrieron un “atajo” por el Estrecho, por donde encontraron suficiente alimento, consistente principalmente en sardina fueguina, langostinos de los canales, y krill, para la tonelada diaria que consume una ballena adulta.
Es a partir de esta información que comienza el interés por conservar la zona, ya que el impedimento por parte del Gobierno para, entre otras cosas, extraer estos recursos del área, permiten la posibilidad de que los cetáceos continúen llegando cada temporada a nuestras aguas australes.
La declaración oficial como Parque Marino, en el año 2003 por parte de los Ministerios de Defensa Nacional y de Minería, ayudó a implementar medidas de protección para preservar el área de alimentación de estas especies, lo que ha implicado también la conservación de toda la avifauna asociada del hábitat, entre las que destacan los pingüinos magallánicos, el lobo marino común, cormoranes, albatros, y pájaros carpinteros, así como huemules y cóndores existentes en los alrededores del área protegida de 67 mil hectáreas.
Whalesound
Una de las primeras empresas que comenzó a ofertar la visita al sitio, fue la denominada Whalesound, la que de acuerdo a uno de sus fundadores, Carlos Valladares, nació con la finalidad de financiar las investigaciones científicas que estaban emprendiendo en la zona: “El origen de nuestra empresa se relacionó exclusivamente con la ciencia. Nosotros partimos desde la actividad científica y derivamos en el turismo”, declara. De hecho, es a partir del trabajo de estos investigadores, encabezados por el biólogo Juan Capella, que se logró implementar esta zona marina.
De acuerdo a Valladares, sólo operan con el 60 y 70% de su capacidad de carga, de 300 pasajeros, con el fin de no generar un impacto significativo en el ecosistema: “para crecer, queremos tener más claridad en cuanto a un plan de manejo”, detalla, añadiendo que el Estado debería comenzar a analizar este plan, en conjunto con las entidades científicas que ya trabajan en el tópico, ante el aumento de turistas que llegan a observar a estas ballenas, el cual lentamente se ha dejado notar, pese a la crisis europea que ha disminuido la visita de sus principales clientes.
Y es que, la logística para llegar al lugar hace que este viaje encumbre sus precios desde los 900 dólares por 36 horas de travesía, hasta los US$ 1.600 por persona, por 4 días y tres noches todo incluido. Aunque Valladares reconoce que el precio puede ser restrictivo para los turistas locales -el año pasado fueron sólo 15% del total de turistas transportados-, declara que los visitantes regionales tienen tarifas especiales, con el fin de que el magallánico “conozca y abra su mirada hacia al mar” a este importante lugar ubicado a sólo 80 kms. de la capital regional.
En noviembre del 2012 Whalesound fue premiada por la Federación Nacional de Empresarios Turísticos como el proyecto más innovador del año, y “eso tiene que ver con la ciencia”, explica el biólogo marino, agregando que su opción hacia la sustentabilidad han dejado al proyecto muy bien posicionado frente al turista extranjero.
Nave Forrest
Expediciones Fitz Roy, junto a Patagonia Photosafaris, son las otras empresas que operan en la zona, a través de la nave Forrest. Estas empresas efectúan un turismo diferenciado, entre las salidas que llevan a cabo para aficionados a la fotografía, el cual es guiado por fotógrafos y naturalistas, y las salidas regulares que realizan con turistas nacionales y extranjeros. Las expediciones de fotografía y naturaleza que realiza Patagonia Photosafaris, tiene un valor de US$ 3.600 dólares por ocho días a bordo de la embarcación, en la que además de conocer el parque marino, se internan por otros fiordos y canales de la zona, en los cuales destaca la visita a glaciares como el De Agostini y Águila.
Por su parte, la empresa Fitz Roy, comenzó a partir de este año un programa full day, destinado a captar personas que no tienen más tiempo para realizar la visita. De acuerdo al gerente de la compañía, Juan José salas, la oferta ha tenido buena acogida, y se ha notado el incremento en el interés del turista magallánico: “Mucha gente ha consultado por estos programas y hemos tenido una ocupación bastante importante en los viajes que hemos realizado”. Son alrededor de 70 los pasajeros que se han transportado desde diciembre, fundamentalmente extranjeros, señala Salas, en este viaje que cuesta $ 348 mil con todo incluido. De acuerdo a Salas, se requiere de una mayor difusión del área turística, aunque lentamente se va notando el interés, principalmente internacional.

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