
Este significativo proyecto también ha generado sus aprensiones, y el impacto ambiental que pueda producir en el lugar es una de ellas. Aún está en la conciencia colectiva el caso de la mina Pecket, en el que los trabajos para extraer el mineral dejaron una superficie de alrededor de 2,5 por 1,5 kilómetros (equivalente a un cuarto de la superficie de Punta Arenas), la que no fue sujeta a planes de mitigación de daños en el entorno.
Para despejar dudas respecto de este proyecto y sus gestiones en términos ambientales, el gerente general de Minera Isla Riesco, Jorge Pedrals, manifestó que se están siguiendo todos los conductos que la Ley pide. “Es válido tener aprensión sobre ciertas cosas que en ese momento no se tuvieron en consideración porque no existían las leyes que lo regularan. El mundo cambió. Existe una regulación ambiental que se debe tener presente”, comentó.
El ejecutivo enfatizó que “el resultado que nosotros vamos a tener de la explotación en Isla Riesco, como efecto final sobre el medioambiente, va a ser muy distinto de lo que pasó en Pecket, y con eso hay que tener presente que las personas que desarrollaron ese proyecto lo hicieron bien, de acuerdo a la legislación que había en ese momento”.