Qué te pasó: "Tigre" Cárdenas

General
19/04/2013 a las 07:38
“Me llamo Raúl, Raúl Cárdenas… Pero me dicen Tigre” fue su carta de presentación.
El porqué de su apodo quedaría claro luego, con el verdadero espectáculo que llevó hasta el cuadrilátero del vetusto y hoy extinto recinto de calle O’Higgins. Tuve la posibilidad de hablar con él, de verlo pelear en la época en que el boxeo regional daba sus últimos estertores en el viejo y querido Gimnasio de la Confederación Deportiva de Magallanes.
Era la época en que la dirigencia del boxeo se alineaba en dos facciones. Por un lado los “Perichtas”, de José Peric Slater, y por otro los “Varguistas” de Justo Vargas. Diferencias irreconciliables llevaron a la división en dos asociaciones, las que, al menos, desde finales de los ’80 y principio de los ’90, mantuvieron viva la emoción del deporte de los puños entregando buenos espectáculos. Y no sólo sobre el cuadrilátero.
Fue en medio de esas discusiones a mitad de semana, cuando integrando una delegación desde Argentina llegó Raúl Cárdenas, un liviano que hacía sus primeras armas en el profesionalismo. Vistiendo un buzo y con sólo un bolsito, el joven de Caleta Olivia ingresó a la sala de entrenamiento del gimnasio. A regañadientes, muestra inequívoca de su introvertida personalidad, comenzó a hacer guantes con un campéon chileno de apellido Sánchez, quien luego perdería su título por estos lares.
“Se mueve bien el muchacho… Parece que es bueno”, señalaba el profe Gallegos, hombre de ojo clínico para detectar buenos valores.
Pecaría de aventurarme a asegurar quién tuvo la mala fortuna de enfrentar al “Tigre” en su debut en Punta Arenas durante aquella velada de viernes, ante cerca de 2 mil personas. Cuatro round fueron demasiado castigo. Cárdenas era de aquellos “pegadores” por naturaleza. Rápido (de ahí su apodo) acechaba a su presa hasta lograr meter su golpe demoledor. Derecha o izquierda daba igual. Lo que quedaba claro era que ese muchacho tenía futuro.
Meses después su visita se repetiría con igual final. Al año siguiente vendría una tercera, aunque en rigor, esa vez el “Tigre” tenía varias peleas en el cuerpo y su oficio ya lo hacía mirar hacia Buenos Aires.
“Ojalá le vaya bien, buen cabro ese Tigre” nos señalaba el presidente de una de las asociaciones, “Don Justo Vargas”. El afable dirigente sabía que traerlo de vuelta sería una misión imposible, algo casi impensado, más aún sabiendo que el boxeo en el país y en Chile venía en franca caída.
Un triste desenlace
Hace un par de años tuve la oportunidad de reencontrarme con Raúl Cárdenas. Claro que fue a través de la televisión, en esas noches de combate que emite el canal TyC Sport.
La misma mirada acechante, el movimiento rápido y el golpe preciso seguían siendo su marca registrada. Le comenté a mi hijo, “mira es el Tigre. A ese lo entrevisté yo cuando recién empezaba (en rigor yo también en esto del periodismo)”. Me miró con cara de incredulidad y esbozó una sonrisa maliciosa.
Sin embargo, ese mismo orgullo se convirtió en un sentimiento de dolor hace un año, cuando el Raúl Cárdenas volvía a ser portada de diarios y revistas argentinas, pero no por lo que más amó, que fue el deporte, sino por haber sido protagonista de una tragedia.
Se confirmaba que los restos carbonizados aparecidos al interior de un vehículo en la ruta que une Caleta Olivia con Cañadón Seco, correspondían al ex boxeador y posterior técnico.
El hecho abría un enigma policial, que había comenzado horas antes con la desaparición del deportista y la denuncia por lo que en Chile conocemos como presunta desgracia.
Los antecedentes daban cuenta que Bomberos había sido alertado a las 5.15 horas por un vecino que escuchó un estruendo, para de inmediato ver un auto envuelto en llamas. Cuando se logró extinguir el fuego, se pudo apreciar el cuerpo de una persona en el asiento del conductor y el de un pequeño perro. Se dijo que en las horas previas, Cárdenas había estado jugando un partido de fútbol con amigos y que luego había pasado a un local por unas cervezas.
Sin embargo, su figura es hoy en Caleta Olivia sinónimo de justicia y devoción. Su madre, hermanos y familiares han exigido una y otra vez que se aclaren los hechos que rodearon su muerte. Justamente, el pasado domingo se cumplió un año del deceso.
“Es demasiado dolor, me lo arrancaron de mi vida, era mi hijo, todo”, dijo su madre durante la marcha que efectuó la comunidad de Caleta Olivia exigiendo justicia.
Hoy, la causa permanece abierta y la posibilidad de que se tratara de un homicidio sigue siendo una hipótesis no descartable. Es el sino de los boxeadores, diría alguien por ahí. El del dolor, el del final trágico, el del “Tigre” Cárdenas.

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