
Del médico que habría firmado el documento de su defunción, no existe registro. Sólo es recordado por parte del personal de la clínica, como el “doctor Price”, así, sin nombre ni segundo apellido.
“Es como un doctor fantasma”, dijo el abogado de la familia de Neruda, Rodolfo Reyes, quien la semana pasada envió un escrito al ministro Mario Carroza, para solicitar investigar al misterioso médico que, supuestamente habría inyectado -u ordenado inyectar- al paciente horas antes de su muerte.
El magistrado, a cargo de dilucidar las verdaderas razones de la muerte del poeta, ordenó diligencias para dar con el paradero de “Price”, tanto en territorio nacional como internacional, además de la revisión de los facultativos registrados en el colegio médico en 1973.
Según explicó Reyes, “sólo sabemos que el doctor Draper le entregó el turno a un doctor Price, y que era un joven de unos 27 años, ojos azules y muy buenos modales, pero más allá no se conoce porque en la clínica no hay ningún dato sobre Price en los registros de los médicos que trabajaron ahí”.
En tanto, los restos de Pablo Neruda siguen siendo examinados tanto en Chile como en Estados Unidos tras la exhumación de su cuerpo en Isla Negra, para determinar si existen rastros toxicológicos que den cuenta de una muerte intencional por envenenamiento.