
Lo deportivo
Ayer temprano las condiciones climáticas hacían muy difícil la circulación sobre la cinta asfáltica del recinto del kilómetro 25 norte, las precipitaciones de la noche anterior habían logrado acumular una gran cantidad de agua sobre la pista y en esa situación era difícil lograr tracción, sobre todo a los autos más potentes y pesados, por lo que la organización debió tratar de sacar la mayor cantidad de líquido posible y eso retrasó un poco la largada.
La jornada logró entusiasmar a 17 participantes para que fueran de la partida, los que compitieron en tres series diferentes según su tiempo de clasificación finalizando la prueba con los autos más veloces de la tarde.
En la primera tanda la pista no entregaba nada de tracción y los autos con mayor potencia no se sostenían sobre el asfalto debido a la falta de agarre, neumáticos inadecuados y el exceso de caballos para esas condiciones. Los trompos y despistes estaban a la orden del día y, sorprendentemente, los autos que más expectativas creaban se fueron quedando a la cola en los cronos, marcando los peores de la tarde.
La segunda carrera permitió ver algo más de conducción de estos autos de calle (en su mayoría) aunque se pudo apreciar a un par de viejos conocidos de la pista, un Chevette con trompa de clase I, conducido por Fabián Vera, a un antiguo IAVA y un Lada Samara gris que, en manos de Cristián Solís, no logró finalizar la tanda luego de que protagonizara un despiste antes de llegar a la curva del estrecho y no lograr -ni siquiera con ayuda de una camioneta de asistencia- volver a la pista quedando en una posición algo incómoda que casi le cuesta un accidente.
Ley de Murphy
Hasta la largada de la tercera tanda, hay que destacar que durante la competencia la información fue entregada a tiempo y en forma durante todo el desarrollo de la carrera, ya sea por la oportuna intervención de Cronosistem –empresa encargada de realizar el cronometraje- o por la buena difusión que hacía de ella Francisco Oyarzo, el nominado a difundirlas por vía radial.
Largó la tercera prueba y como dice la conocida frase atribuida a diferentes personajes de apellido Murphy, “si algo puede fallar, fallará”, hubo que agregar “si alguien puede cometer un error lo cometerá”.
Mientras Boris Oyarzo sumaba y sumaba metros de ventaja sobre todos los demás, hasta el punto que el tiempo que llevaba sobre Nelson Pérez, su escolta, le hubiera permitido parar a saludar o pedir vidas para Candy Crush y Cristián Velásquez se robaba parte de la película; Franco Bórquez decide parar a retirar un neumático que había pasado a llevar en una de las siete chicanas instaladas en el circuito y lo estaba arrastrando. Se subió y tomó la decisión de no amarrarse para finalizar la carrera, algo que no hubiera traído consecuencias si no hubiera volcado en la recta frente a la salida de boxes y salido despedido del auto que hasta hace poco pertenecía a Orlov Dübrock y que durante años protagonizó la TC 1.300 en la pista.
El piloto fue embarcado en la ambulancia de la organización y trasladado hasta el punto que se encontró con el móvil del Servicio de Atención Médica de Urgencia (SAMU).
La tercera batería finalizó en el momento del accidente.