Cientos de personas a diario deben cargar no sólo con su enfermedad sino también con la angustia de saber si podrán asumir sus compromisos adquiridos, ya que en el mejor de los casos el pago de las licencias médicas se demoran 60 días. Estar enfermo o sufrir un accidente ya es un problema, pero es sólo el inicio de una larga cadena de sucesos que deben soportar los afiliados tanto al sistema de salud pública (Fonasa) como al privado (Isapres), esto por el rechazo y no pago de las licencia médicas.
Para poder cobrar una licencia uno debe esperar 60 días, en el mejor de los casos, si es que ésta no es cuestionada por la Comisión Médica, Preventiva e Invalidez (Compin).
Las personas deberán convivir con su enfermedad a cuestas y con la angustia de saber si contarán o no con su sueldo para cubrir los gastos que generan los consumos básicos y los compromisos adquiridos. A esto se suma un hecho no menor: las depresiones asociadas a este círculo vicioso. Ni hablar de los casos de licencias reiteradas, donde muchas veces no sólo se pone en tela de juicio la credibilidad del médico tratante sino también de los pacientes que son puestos bajo la lupa.
Si una persona sufre de un mal siquiátrico, como depresiones severas o crisis de pánico, se carece de especialistas disponibles hoy en hospitales y consultorios. A lo anterior se suman enfermedades como alergias nerviosas, estrés, hipertensión arterial, tensional etc., y algunas que el Ministerio de Salud no considera como enfermedades, como la fibromialgia, grupo de síntomas y trastornos músculo-esqueléticos, que se caracteriza fundamentalmente por cansancio, dolor persistente, rigidez de intensidad variable de los músculos, tendones y tejido blando circundante, y un amplio rango de otros síntomas psicológicos.
En el sistema privado, donde si bien el acceso a especialistas es mejor, muchas son las Isapres que cuestionan las licencias siquiátricas o de trauma físico severo, obstaculizando el pago por medio de dictámenes de médicos que no son especialistas en el área, tal cual lo hace Fonasa.
En Chile más del 30% de las licencias médicas son rechazadas por el sistema de salud privado de forma anual, algo así como una de cada cuatro solicitadas.
Sin embargo, siempre está la “opción” de apelar al Compin o a la Superintendencia de Isapres. En esta instancia las cosas parecen favorecer a los usuarios del sistema, pero la tardanza en los pagos se da de igual forma.
Caso dramático
La magallánica Maribel Saldivia Emmot , lo sabe. Ella, se encuentra desde hace más de cuatro años deambulando de médico en médico aquejada por una fibromialgia y una depresión severa por la muerte de su hijo mayor. Actualmente tiene tres licencias médicas rechazadas y el Compin le envió una carta solicitándole un informe médico de la doctora que la atiende por depresión en el Hospital Siquiátrico de Punta Arenas.
Saldivia manifiesta que esta misiva tiene relación sólo con el pago para la primera de sus licencias y que ya el dinero no le alcanza para pagar las cuentas.
Su drama no termina ahí, ya que realizó el trámite para obtener un pensión de invalidez, pero le fue rechazada ya que se le concedió sólo un 34% de invalidez. Apeló y tampoco le fue bien, “ya que como tenía licencia médica parcial me dijeron que podía seguir trabajando. Hoy si uno no tiene dinero para atenderse en el sistema privado se muere. Yo me atiendo en el Consultorio Tomás Fenton me dieron una interconsulta para ver a un neurólogo, pero tengo que esperar de uno a tres meses. Me duelen las articulaciones, los músculos y me siento realmente mal, pero me nadie me entiende y me dicen que soy hipocondriaca”, puntualizó.
“En enero de 2012 fui nuevamente a un reumatólogo, la doctora Jarper, que es especialista en fibromialgia, me dijo que sí tengo la enfermedad, pero que en Chile no es reconocida como tal. Me hicieron muchos exámenes, además tengo artrosis en las muñecas y en dos lados más. Estoy cansada, qué sacamos con meternos en grupos si al final tengo que seguir trabajando a medias, con dolor, miles de medicamentos, pregabalina, duloxetina, sertralina, clonazepan, trittico y tramadol, en casos de crisis de dolor. No hay ninguna solución a mi problema, a veces incluso he pensado en tomarme todos los medicamentos de una vez, porque muchas veces no quiero vivir, pero no me atrevo, tengo miedo, de repente capaz no lo piense tanto”, señaló.