El Banco Vaticano, tuvo ayer sus primeras consecuencias con la dimisión del director general, Paolo Cipriani, y el vicedirector, Massimo Tulli. El nuevo escándalo de corrupción que ha sacudido al Instituto para las Obras de Religión (IOR), conocido como el Banco Vaticano, tuvo ayer sus primeras consecuencias con la dimisión del director general, Paolo Cipriani, y el vicedirector, Massimo Tulli.La salida de ambos fue aceptada por la Comisión de Cardenales y el Consejo de Supervisión y ocurre tres días después de la detención de tres personas, entre ellas, el prelado Nunzio Scarano, acusadas de fraude y corrupción en el marco de una investigación sobre supuestas irregularidades financieras en el IOR.
El obispo fue responsable del servicio de contabilidad de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA), que gestiona el capital inmobiliario de la Santa Sede.
Con estas dimisiones se acelera la reforma del Banco Vaticano, según precisó su presidente Ernest von Freyberg.
