
Las visitas al médico daban cuenta siempre de lo mismo: los síntomas eran atribuibles a un cuadro de estrés. Hasta que en el consultorio Thomas Fenton el doctor Bravo firmó la orden para que le hicieran una resonancia magnética. El resultado de dicho examen reveló la verdad: un tumor grado cuatro en la parte superior izquierda del cerebro.
Pero esta no sería la única mala noticia. Lo que más bajoneó a la mujer y su marido, José Paredes Alcarrú, fue que la enfermedad no esté cubierta por el Auge.
“Lentamente empezó a perder la audición del oído izquierdo. Ahora ya no puede hacer fuerza y nuestro hijo (Franco, de 16 años, estudiante de primero medio del Liceo Contardi) tuvo que dejar de estudiar para cuidarla, porque yo trabajo en Isla Riesco y no la puedo dejar sola”, contó el esposo.
En Punta Arenas no existe la tecnología para operarla. Por eso en enero viajaron a Santiago. Peregrinaron por varas clínicas y finalmente en el Instituto de Neurocirugía le abrieron la posibilidad de intervenirla, pero al no estar la enfermedad en el Auge no se pudo operar.
En una clínica le cuesta 16 millones 800 mil pesos. Este valor considera la intervención pero no los medicamentos (pre y post). Más la residencia durante tres meses, alimentación y transporte.
“Ya hemos esperado tantos meses que esto le está afectando el cuerpo y no puede estar sola”, comentó Paredes.
Por momentos el matrimonio admite sentirse frustrado al no tener los recursos económicos. “Agradezco tener compañeros de trabajo que me están ayudando con una rifa, la que se tira el 30 de julio”.
El neurocirujano Hernán Rebolledo le colocó una válvula para que drenara el líquido que tiene en la cabeza. “Apelamos a la buena voluntad de la comunidad, empresarios y políticos”, dijo el marido.
“Difícil”
En lo personal Ximena reconoce que “pasar por esto ha sido muy difícil. Hace dos años comencé con los síntomas pero el tumor lo llevo de chica, como me dijo el médico. Luego empezó a crecer lentamente y ahora llegó a nivel cuatro. Por eso los síntomas son cada vez más severos y prolongados. Mi calidad de vida ya no es la misma”.
“Esto me frustra, como mujer y esposa, porque quisiera hacer las cosas que hacía antes y ya no puedo. Por eso es que me atrevo a pedir el apoyo de la comunidad”.
A esta altura, el tumor que la dueña de casa tiene en la cabeza es del tamaño de una pelota de ping pong. “Por lo mismo en la noche ya no duermo bien”, dijo Ximena.
Cualquier persona que se sienta sensibilizada por la situación que afecta a este matrimonio y quiera colaborar, puede hacerlo en la cuenta del BancoEstado Nº 91963228894, a nombre de Ximena Ricardi Ojeda. También pueden contactarlos en los celulares 84110658 o 75433392.