“Me da rabia y tristeza”, añadió, señalando que su sueño sería vivir con su hija, de 11 años, pero como no tiene dónde mantenerla, ésta pernocta donde su abuela paterna.
Explicó que su solicitud la ha replicado en todos los organismos pertinentes, y que siempre la han derivado a otras entidades, pero que finalmente nadie le ha dado alguna solución.
“Me dijeron que junte plata y ya tengo 254 mil pesos guardados en el banco, pero nunca pasa nada y tenemos que comprar la comida a diario porque no tenemos refrigerador”.
Su drama se acrecienta, al sufrir epilepsia desde pequeña, señalando que cuando ha sido aceptada en algún trabajo la despiden por creer que abusa de su enfermedad en las oportunidades que sufre “ataques”.
Actualmente mantiene un local de artesanía en calle José Menéndez, entre Bories y Chiloé, actividad que les permite subsistir a ella y a su pareja.