No obstante, el hecho en sí mismo, da cuenta de los patrones atípicos de movilización que pueden acompañar a la especie, sean éstos a través de la migración natural por la extensa red hidrográfica de fiordos y canales, o movilizados artificialmente, con transgresión de la normativa legal.
El SAG, junto a Conaf, inició hace más de dos semanas una visita a todos los predios de las comunas de Río Verde y Puerto Natales con el objeto de entrevistarse con los habitantes de la zona rural y darles a conocer las características de este animal y verificar posibles denuncias que pudieran conocerse productos de estas.
El castor es una de las 17 especies de fauna declaradas expresamente como “perjudiciales o dañinas” por la normativa vigente en Chile, lo que significa, entre otras, que causan serios perjuicios en los ecosistemas y en función de lo cual pueden ser cazadas o capturadas en cualquier época del año y sin limitaciones al número de ejemplares.
Cabe recordar que la introducción del castor en el hemisferio sur, el año 1946, fue resultado de un proyecto por parte de Argentina que procuraba desarrollar la industria peletera en la isla Tierra del Fuego, expandiéndose lenta y gradualmente por las islas del archipiélago.
En la parte chilena de Tierra del Fuego e isla Navarino, la especie lleva sobre 50 años de presencia y su llegada al continente habría ocurrido hace aproximadamente unos 25 años, no obstante que el primer animal fue detectado y capturado el año 1994.
Tanto en Chile como Argentina, la identificación del castor como un “problema” es un hecho reciente, y especialmente en Argentina, donde el objetivo inicial fue precisamente lograr la adaptación y el poblamiento de la especie. Luego, constatar el impacto ambiental acumulado a la fecha no es extraño, dado que tuvo como raíz fundamental no haber aplicado acciones sistemáticas de control durante el proceso de expansión, habiendo sido testigos pasivos de sus efectos durante largo tiempo.