
“Estimamos que no es posible eludir la responsabilidad histórica de nuestra judicatura en relación a la vulneración de los derechos básicos de la persona humana producidos durante el régimen dictatorial. Hay que decirlo y reconocerlo con claridad y entereza: el Poder Judicial y, en especial, la Corte Suprema de la época, claudicaron en su labor esencial de tutelar los derechos fundamentales y proteger a quienes fueron víctimas del abuso estatal”, añade el texto.
Y continúa manifestando que “nuestra judicatura incurrió en acciones y omisiones impropias de su función, al haberse negado, salvo aisladas pero valiosas excepciones que nos honran, a prestar protección a quienes reclamaron una y otra vez su intervención. La inadmisibilidad o el rechazo por parte de nuestros tribunales de miles de recursos de amparo, muchos de los cuales fueron fundadamente interpuestos en nombre de compatriotas de cuya suerte nunca más se supo, la negativa sistemática a investigar las acciones criminales perpetradas por agentes del Estado y la renuencia a constituirse personalmente en centros de detención y tortura, sin duda alguna, contribuyeron al doloroso balance que en materia de derechos humanos quedó tras ese gris período”.
“El Poder Judicial pudo y debió hacer mucho más, máxime cuando fue la única institución de la República que no fue intervenida por el Gobierno de facto”, agrega el documento.
El escrito dice además que “sin ambigüedades ni equívocos, estimamos que ha llegado la hora de PEDIR PERDÓN a las víctimas, sus deudos y a la sociedad chilena por no haber sido capaces, en ese trance crucial de la historia, de orientar, interpelar y motivar a nuestra institución gremial y a sus miembros, en orden a no desistir de la ejecución de sus deberes más elementales e inexcusables, a saber, el cumplimiento de la función cautelar que en sí misma justifica y explica la existencia de la jurisdicción”.
“Este perdón que hoy se pide, lejos de constituir una actitud de animadversión gratuita hacia algún sector, persona o grupo, constituye la genuina expresión de un compromiso férreo y claro en el presente y hacia el futuro de nuestra judicatura con la tutela, protección y promoción de los derechos fundamentales de la persona humana, incluso y muy especialmente en contextos en los cuales estos se vean más expuestos y vulnerables, como garantía de que nunca más a las personas que habitan el territorio de nuestro país les será vedado el acceso a la justicia”, enfatiza.
Por su parte, el presidente del PPD, senador Jaime Quintana, calificó como positivo el gesto de perdón realizado esta jornada por la Asociación de Magistrados del Poder Judicial por sus “omisiones” durante la dictadura, pero expresó su deseo de que ese mea culpa se refleje en la resolución de las causas de DD.HH que aún tramitan los tribunales.
Al respecto, el parlamentario señaló que “pedir perdón es una actitud que parte por reconocer el daño que se les generó a miles de personas, a miles de familias, a quienes el Estado de Chile, a través de sus Tribunales de Justicia, les negó sistemáticamente el acceso a la justicia, que es una forma de violación a los DD.HH.”.
“El perdón, sin embargo, en este caso, no es suficiente” enfatizó Quintana, junto con señalar que debe haber muestras concretas de reparar el daño ocasionado.
En ese sentido, el legislador indicó que “es de esperar que el perdón solicitado por el Poder Judicial, tenga muestras concretas de reparar el daño, a través de la Justicia, que aunque tarde, deberá llegar para entregar un poco de tranquilidad a las familias que aún sufren por sus seres queridos”.