
La pornografía infantil está tipificada por el Protocolo Facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño como "toda representación, por cualquier medio, de un niño dedicado a actividades sexuales explícitas, reales o simuladas, o toda representación de los genitales de un niño con fines primordialmente sexuales".
En torno a las situaciones de abuso, se puede afirmar que constituye una experiencia traumática que tiene repercusiones negativas en el estado psicológico de las personas que lo sufren. Asimismo, las consecuencias que el abuso sexual tiene en los niños, niñas y adolescentes afectan su desarrollo biológico, psicológico y social.
a) A nivel físico: daños físicos, enfermedades de transmisión sexual, alteraciones del crecimiento;
b) A nivel social y conductual: agresividad, dificultades en la expresión de la sexualidad, abandono de la casa y la escuela),
c) A nivel psicológico: sentimientos de vergüenza y culpa, baja autoestima.
A estas consecuencias se suman aquellas vinculadas a la exposición del material generado a través de prácticas abusiva. La exposición del material, la amenaza de una mayor divulgación, puede operar como soporte para la mantención de la situación de explotación, agravando los daños asociados a esta grave vulneración y consolidando la posición del abusador sobre sus víctimas.