
Es muy probable que los primeros españoles asentados firmemente a los pies del cerro Huelén, ya cansados con la dieta aborigen, algo monótona y produciendo sus propios alimentos de origen peninsular, hayan procurado hacer la empanada gallega y como no tenían el molde apropiado para hacer este gran pastel circular de carne y cebollas, optaron por hacer pequeñas empanadas rectangulares o triangulares que no necesitaban molde, las que enriquecieron agregando ají y pimentón seco molido: así se habría originado nuestra empanada de horno chilena.
Este plato penetró todas las capas sociales, así como se iban formando con el cruzamiento de ibéricos y aborígenes. Su popularización se debe, sin duda, a su preparación fácil, cómodamente transportable, simple de comer sin platos ni cubiertos, recalentable de cualquier modo y que deja a sus consumidores satisfechos y contentos.
Para proclamar la excelencia de una empanada de horno chilena, ésta ha de tener un aroma deleitoso e invasor, donde en forma equilibrada confluyan los olores de carne, cebolla, ají, comino y masa horneada. Ha de ser bien dorada y algo sonrosada por el ají de color que infiltra sus paredes; con el vientre levemente abombado, denotando relleno suficiente. Su tamaño será prudente más no mezquino, intermedio entre la antiestética empanada gigante de Pomaire y el humilde pequén. De sabor será muy gustosa y picantita y sobre todo muy jugosa. La masa delgada, suave, ligeramente quebradiza, sin que se desarme a la primera mordida; de ninguna manera puede ser elástica, reseca, dura o gruesa. Los pliegues de la masa que clausuran los bordes de la empanada deben ser delgados, nada de cachos y bordes duros, exhuberantes y quemados, de manera que al comerla no se desechen y por el contrario, deben ser el último bocado delicioso de masa dorada humedecida por el caldo coloreado y picante de las cebollas.
La empanada debe servirse reposada, calientita, pero no ardiente, para saborearla con fruición sin quemarse el gaznate ni el paladar y poder sostenerla en la mano como antorcha de chilenidad mientras corre el jugo hasta el codo.
En Fiestas Patrias, no hay quien se resista a una rica empanada. Las hay fritas y de horno, con carne molida y picada, todo depende del gusto. Aquí les enseñamos una receta típica chilena para la elaboración de empanadas caseras.
Receta para unas 12 empanadas
Primero preparamos el “Pino” se le llama así a la preparación de carne picada y cebolla.
500 gr de carne vacuno picada (posta o punta picana )
1 kilo de cebolla picada
Sal pimienta ,comino ají cacho cabra seco y molido.
Cocer en agua caliente la cebolla después que hierve 2 minutos ,botar el agua y dejar en espera. Esto se hace para que cuando comamos la empanada la cebolla no produzca malestar.
Sofreír la carne y agregar las cebollas y aliños dejar cocinar por unos 10 minutos. Retirar y dejar enfriar.
Relleno de las empanadas
4 huevos duros cortados en cuartos
12 aceitunas
Pasas de uva
Pino preparado
Masa de las
empanadas
700 gr. harina = 6 tazas
200 gr. de margarina o manteca de cerdo derretida o manteca vegetal.
Salmuera hecha con 2 taza de agua caliente y 1 cucharada de sal.
Para garantizar la calidad de esta masa, se recomienda utilizar manteca de cerdo o margarina.
Formar como un arenado. Cuando haya formado el arenado agregue la taza de agua tibia donde está disuelta la sal.
La masa tiene que quedar suave. A continuación se debe formar círculos con la masa tibia de unos 20 cms. de diámetro.
Rellenar con una porción de pino, una aceituna, unas pasas y el cuarto de huevo, untar alrededor de la masa clara de huevo y luego cerrarlas.
Poner las empanadas en una bandeja enmantequillada y pincelar cada empanada con yema de huevo diluida en un poco de agua; esto es para que queden doraditas.
Llevar al horno por unos 30 minutos.
Sacarlas y a disfrutar de unas auténticas empanadas caseras.