La horticultura, por ende, también se ve afectada, pues la temporada productiva no supera el mes y medio y si se considera que los sistemas hortícolas implementados tienen un manejo precario y carente de tecnología, la situación se complica. Sobre todo para la primera etapa de la planta, cuando es más delicada y está expuesta a plagas y enfermedades. Un sistema así se vuelve frágil y poco rentable, lo que desanima a muchos productores de hortalizas.
Los plantines
El plantín es aquel ejemplar que germinó hace poco, y recién está saliendo de la tierra. Depende en gran medida de la calidad de la semilla y del entorno en el que habite, y una vez que alcanza el tamaño apropiado, puede ser trasplantado a condiciones menos protegidas, pero con altas posibilidad de seguir su curso hacia la entrega de alimento.
Allí radica buena parte del éxito de una producción. Pero los horticultores no acostumbran a producir sus propios plantines debido, entre otras razones, al poco conocimiento técnico en cuanto al manejo y la ausencia de infraestructura apropiada que garantice la calidad de los almácigos. Y es allí donde quiere intervenir el director del Centro Hortícola de la Universidad de Magallanes, Julio Yagello, quien presentó un proyecto al Fondo de Innovación para la Competitividad Regional, precisamente, para establecer un sistema de tecnología de punta en producción de plantines de hortalizas.
Un aporte al desarrollo
Con la primera plantinera hortícola de Magallanes se espera adelantar la temporada productiva para obtener plantas sanas y vigorosas en la etapa correcta de trasplante, mejorando de esta manera los rendimientos. Porque al ahorrarse la primera etapa, se acelera el proceso, y se puede contar con producción todo el año. Además se logra un 98% de sobrevivencia, se reduce el uso de pesticidas y las plantas resultan más homogéneas.
Para este proyecto, Yagello ha adquirido semillas de altísima calidad, además de contemplar la compra de una máquina para sembrar. Esto también influye en la calidad fitosanitaria de las hortalizas, entre las que cuentan tomates, pepinos, lechugas, acelgas, y otras variedades, y supone la transferencia del conocimiento en torno a la siembra de almácigos y trasplante a los productores de la zona. Todo en el Centro de Horticultura y Floricultura de la Universidad de Magallanes, y por un precio mínimo que, según Yagello, será recuperado con creces.