
Esa paralización de parte de las operaciones de la Administración federal, que está obligando a quedarse en casa a unos 800.000 funcionarios, “daña seriamente nuestra capacidad de proteger a la nación”, alertó Clapper durante una audiencia ante el Comité de Inteligencia del Senado. Aproximadamente el 70% del personal civil de las agencias de inteligencia estadounidenses se va a ver afectado por el cierre.
Esta situación es un escenario “de ensueño para que los servicios de inteligencia extranjeros recluten” a espías estadounidenses, declaró Clapper.
El cierre, que entró en vigor a partir de la medianoche del pasado lunes, “nos ha impactado muy fuerte”, comentó por su parte el director de la NSA, el general Keith Alexander.
Esta nueva crisis presupuestaria en EE.UU. se ha producido a causa de la falta de acuerdo en el Congreso para aprobar fondos para financiar al Gobierno en el nuevo año fiscal.
El ala más conservadora de los republicanos, fundamentalmente el movimiento Tea Party, busca condicionar esa financiación a retrasos en la aplicación de la reforma sanitaria, algo que rechazan los demócratas y el propio presidente Barack Obama.
La estrategia de los republicanos de la cámara baja es ahora intentar aprobar varias leyes individuales para financiar diversas áreas de la Administración federal, pero el Senado, controlado por los demócratas, insiste en que lo primero es “reabrir” el Gobierno en su totalidad.
El desempleo técnico para 800.000 funcionarios estadounidenses debido a la falta de acuerdo sobre el presupuesto federal, recuerda el precedente de 1995-96, bajo la presidencia del demócrata Bill Clinton.
La pulseada entre el ejecutivo y el legislativo, dominado entonces por los republicanos que exigían recortes en el presupuesto, llevó a la parálisis de los servicios administrativos federales, en dos ocasiones, la primera durante seis días y luego por tres semanas.