
En las tareas de rescate trabajan 40 buzos divididos en pequeños grupos que se turnan, ya que los restos del barco están a unos 47 metros de profundidad, por lo que cada buzo apenas puede estar abajo unos diez minutos, según informan los medios italianos. Tampoco el tiempo ayuda, con fuertes vientos y oleaje que obligaron a suspender las tareas de rescate durante la jornada del viernes. Ayer la ministra de Integración, Cecile Kyenge, quien se reunió con varios de los supervivientes del naufragio en Lampedusa. “Estamos aquí para ayudar en esta enésima masacre, pero espero que no vuelva a ocurrir. Espero que sea la última vez que vengamos a Lampedusa para asistir a esta tragedia”, declaró.
La ministra hizo un llamado a reflexionar sobre la posición de Italia, sobre las fronteras y el mar. Kyenge ha pedido que este “drama” no se aborde únicamente desde el punto de vista de Italia, sino “en conjunto con Europa”. Además, ha calificado de “sencillamente absurdo” que los supervivientes sean investigados por un delito de inmigración ilegal, en referencia a la conocida como ley Bossi-Fini que criminaliza a los inmigrantes, obliga a su deportación y les impone una multa de 5.000 euros a cada uno. Kyenge ha denunciado además las condiciones “vergonzosas” en las que son internados en Lampedusa. En el centro de acogida hay alrededor de un millar de personas, incluidos 155 supervivientes del naufragio del jueves.